Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Comentario - Eucaristía del Domingo 19 de Marzo de 2017
- A
+ A

El tema del agua que salva es un tema habitual en la liturgia cuaresmal. Desde este domingo la Iglesia ofrece a la comunidad cristiana, que tiene la oportunidad de revivir su propio bautismo, una síntesis de la historia de la salvación a partir del rico simbolismo del agua.

Necesaria para la existencia de todos los vivientes, el agua es un elemento natural que nos ha sido regalado y que no es fruto del trabajo. El agua viva de la fuente expresa el milagro renovado de la vida. Haciendo brotar agua de la roca, Dios se manifiesta Salvador de su pueblo, y lo pone en condición de continuar su viaje hasta la tierra prometida.

La abundancia del agua llega a ser el símbolo de la abundancia de la salvación que solo pertenece a Dios. Un río de agua que surge del Templo, purificará al pueblo, saciará su sed y hará fecunda la tierra. En el Nuevo Testamento, el agua expresa simbólicamente el don del Espíritu para la generación de una humanidad nueva. Cristo, sobre el cual el Espíritu ha descendido en el momento del Bautismo, anuncia un renacimiento en el agua y en el Espíritu, promete una abundancia de agua-Espíritu para los creyentes.

La persona de Cristo se identifica con la roca, el nuevo Templo, la fuente de donde surge la vida eterna.

A una mujer, marcada por el pecado, Jesús promete un agua misteriosa que es fuente  para la vida eterna, y más tarde declarará: “quien tenga sed que venga a mi y beba”. En el Bautismo nacemos a Dios, del agua y del Espíritu Santo, mediante la gracia y los dones que nos dan salvación por el amor que Cristo nos ha demostrado muriendo por nuestros pecados. El agua del Bautismo nos limpia y nos hace renacer como hijos.

Quien confiesa que Cristo es el Mesías, el enviado de Dios, acepta que la salvación se actúa de las maneras y en los tiempos queridos por Dios, y llega a comprender que la sed más profunda es saciada solamente por el don de Cristo, y se llega a ser, a su vez, como la mujer samaritana, reveladores de la presencia del que todo lo transforma.

Nos encontramos en este domingo frente a la sed de un pueblo en el desierto, a la sed de una mujer junto al pozo. La sed es símbolo de una necesidad íntima y vital. Solamente el Cristo puede apagar esta sed.


  • Catedral 1063, local 503, Santiago

    Teléfonos: +56 2 3278 0733 - +56 2 3278 0734

    Desarrollado por Iglesia.cl