Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Viernes 25 de Enero de 2019
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Viernes de la segunda semana del tiempo ordinario
La conversión de san Pablo, apóstol
Fiesta
Color: rojo

En el camino de Damasco, unos cuatro o cinco años después de la Resurrección del Señor, Saulo de Tarsis (luego san Pablo) tuvo una doble revelación: Jesús de Nazaret es el Santo de Dios, el Resucitado de Pascua; y también que el Cristo glorioso y los cristianos conforman, por la fe, una unidad.

Toda su vida y toda su doctrina quedó marcada por esta experiencia inicial, esta iluminación que lo convirtió en apóstol de Cristo entre todas las gentes.

Antífona de entrada             2 Tim 1, 12; 4, 8

Sé en quién he puesto mi confianza, y estoy convencido de que el Señor, como justo juez, es capaz de conservar hasta aquel día el bien que me ha encomendado.

Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que instruiste a los pueblos mediante la predicación del apóstol san Pablo, concede a quienes hoy celebramos su conversión que, imitando sus ejemplos, nos acerquemos a ti y seamos en el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando el Nombre de Jesús.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles   22, 3-16

Pablo dijo a todo el pueblo reunido en el Templo:

“Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos  me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados.

En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.

Le respondí: “¿Quién eres, Señor?”.

Y la voz me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”.

Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.

Yo le pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”.

El Señor me dijo: “Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer”.

Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco.

Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y, acercándose a mí, me dijo: “Hermano Saulo, recobra la vista”. Y en ese mismo instante, pude verlo.

Él siguió diciendo: “El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre”.

SALMO RESPONSORIAL   Sal. 116, 1-2.

R/.¡Vayan por el mundo y  anuncien el Evangelio!

¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos!

Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO    Jn. 15, 16.

Aleluya.

“Yo los elegí del mundo para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos  16, 15-18

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:

“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al celebrar estos divinos misterios te pedimos, Señor, que el Espíritu infunda en nosotros aquella luz de la fe que iluminó al apóstol san Pablo y lo impulsó a la propagación de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú nunca abandonas a tu rebaño, Pastor eterno, sino que lo proteges y conservas siempre  por medio de los santos Apóstoles, y quieres que sea conducido por aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo confió la misión de continuar su obra.

Por eso, con los ángeles y arcángeles, y con todos los coros celestiales cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo …

Antífona de comunión Cf. Gál 2, 20

Vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor y Dios nuestro, te pedimos que estos sacramentos recibidos acrecienten en nosotros el ardor de ese amor que encendió al apóstol san Pablo y lo impulsó a tomar sobre sí el cuidado de todas las Iglesias. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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