Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Domingo 27 de Enero de 2019
- A
+ A

Domingo tercero del tiempo ordinario
Salterio III
Color: blanco

Antífona de entrada             Sal 95, 1. 6

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra. En su presencia hay esplendor y majestad, en su santuario, poder y hermosura.

Gloria

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, ordena nuestra vida según tu voluntad para que, en el nombre de tu Hijo amado, podamos dar con abundancia frutos de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Leían el libro de la Ley, interpretando el sentido.

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes.

Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.

Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Abrió el libro a la vista de todo el pueblo -porque estaba más alto que todos- y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.

Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: ¡Amén! ¡Amén! Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra.

Los levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura.

Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren. Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.

Después añadió: Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque éste es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes.

SALMO RESPONSORIAL 18, 8-10.15

R/. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple.

Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos.

¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi Roca y mi redentor!

SEGUNDA LECTURA

Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese Cuerpo.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto  12, 12-30

Hermanos:

Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: Como no soy mano, no formo parte del cuerpo, ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de él? Y si el oído dijera: Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo, ¿acaso dejaría de ser parte de él? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?

Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: No te necesito, ni la cabeza, a los pies: No tengo necesidad de ustedes. Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera.

Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.

Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.

En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de sanar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros? ¿Todos tienen el don de sanar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de interpretarlas?

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 4, 18

Aleluya.

El Señor me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.

EVANGELIO

Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.

Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír.

Credo

Oración de los fieles

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, en cuyas manos está el destino del universo, y pidámosle confiadamente que escuche las oraciones de su pueblo:

Por la santa Iglesia de Dios, para que busque cada día con mayor afán el rostro de su Señor, y sus fieles se esfuercen en purificarse de todas sus faltas y pecados, roguemos al Señor.

Por los que gobiernan las naciones, para que trabajen con interés y constancia por la paz y el bienestar de sus comunidades, a fin de que reine entre los pueblos la justicia y la paz, roguemos al Señor.

Por los enfermos, los encarcelados y por todos los que sufren, para que Dios, Padre de misericordia, venga en auxilio de sus males, roguemos al Señor.

Por todos los que estamos aquí reunidos, para que el Señor nos conceda perseverar en la fe y progresar en el mutuo amor, roguemos al Señor.

Dios nuestro, que has enviado a tu Hijo, rey y profeta, para anunciar el Evangelio a los pobres, la libertad a los cautivos y a los ciegos la vista, escucha nuestras súplicas y haz que tu palabra resuene con fuerza en el mundo, y a nosotros nos transforme en instrumentos eficaces de libertad y salvación para todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe con bondad nuestros dones, Señor; y al santificarlos, haz que se conviertan en causa de salvación para nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión         Cf. Sal 33, 6

Miren hacia el Señor, y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso, concédenos, a los que somos vivificados por tu gracia, alegrarnos siempre con el don recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.


  • Catedral 1063, local 503, Santiago

    Teléfonos: +56 2 3278 0733 - +56 2 3278 0734

    Desarrollado por Iglesia.cl