Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Domingo 17 de Marzo de 2019
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Domingo segundo de Cuaresma
Salterio II
Color: morado

Antífona, de entrada            Sal 26, 8. 9

Mi corazón sabe que dijiste: busquen mi rostro. Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí.

ORACIÓN COLECTA

Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu Hijo amado, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra, para que, después de haber purificado nuestra mirada interior, podamos contemplar gozosos la gloria de su rostro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Dios selló una alianza con el fiel Abraham.

Lectura del libro del Génesis   15,5-12. 17-18

Dios dijo a Abrám: Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas. Y añadió: Así será tu descendencia.

Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.

Entonces el Señor le dijo: Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra.

Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?

El Señor le respondió: Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma.

Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó.

Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.

Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: Yo he dado esta tierra a tu descendencia.

SALMO RESPONSORIAL   26, 1. 7-9. 13-14

R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?

¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: Busquen mi rostro.

Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor.

SEGUNDA LECTURA

Cristo hará nuestro cuerpo semejante a su cuerpo glorioso.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 17—4, 1

Hermanos:

Sigan mi ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.

Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Mt 17, 5

Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo amado, escúchenlo.

EVANGELIO

Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 28b-36

Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él.

Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Él no sabia lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo. Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo.

Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Credo.

Oración universal.

Oremos, hermanos, al Padre de la misericordia, árbitro de nuestros actos y Dios que escudriña lo profundo de nuestros corazones, y, con espíritu contrito, pidámosle que escuche la oración de su pueblo penitente:

Para que Dios conceda a sus fieles vivir estos días de Cuaresma con verdadero espíritu de penitencia y prepararse a celebrar con fruto el sacramento del perdón, roguemos al Señor.

Para que quienes se han apartado del camino del bien y han muerto a causa del pecado escuchen en estos días de Cuaresma la voz del Hijo de Dios y vivan, roguemos al Señor.

Para que Dios inspire sentimientos de caridad a los que tienen riquezas y multiplique los bienes de la tierra en bien de todos, roguemos al Señor.

Para que la penitencia cuaresmal aleje de nosotros el amor desordenado a los bienes visibles y sane nuestra aridez espiritual con el deseo de los bienes del cielo, roguemos al Señor.

Dios grande y fiel, que muestras tu rostro a los que te buscan con sincero corazón, escucha nuestras oraciones, fortalece nuestra fe en el misterio de la cruz y concédenos un corazón dócil, para que, adhiriéndonos a tu voluntad, escuchemos siempre la voz de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor, que este sacrificio borre nuestros pecados y santifique el cuerpo y el alma de tus fieles, para que podamos celebrar dignamente las fiestas pascuales. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor Nuestro.

Él mismo, después de anunciar su muerte a los discípulos, les reveló el esplendor de su gloria en la montaña santa, para mostrar, con el testimonio de la Ley y los Profetas, que por la pasión, debía llegar a la gloria de la resurrección.

Por eso, con los coros celestiales, te alabamos en la tierra llenos de alegría, cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo …

Antífona de comunión         Mt 17, 5

Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Después de haber recibido estos gloriosos misterios, Padre, te damos gracias porque, aun viviendo en la tierra, ya nos haces partícipes de los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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