Jueves de la vigesimoctava semana del tiempo ordinario
San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir
Memoria obligatoria
Color: rojo
Ignacio gobernó, como sucesor de Pedro, la Iglesia de Antioquía. Condenado a las fieras, fue trasladado a Roma en tiempos del emperador Trajano, donde sufrió el martirio en el año 107. En las escalas de su viaje a Roma, escribió a diversas Iglesias cartas en las que expresa hermosos cantos de amor brotados de un corazón cristiano: “Déjenme recibir la pura luz. No hay en mí sino un agua viva que murmura: Ven hacia el Padre”.
Antífona de entrada Cf. Gal 2, 19-20
Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que honras a tu Iglesia con el testimonio de los santos mártires, haz que el martirio de san Ignacio de Antioquía, que hoy celebramos, así como fue para él causa de eterna gloria, sea para nosotros motivo de constante protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo los cristianos de Roma 3, 21-30a
Hermanos:
Sabemos que la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley. Por la fe en Jesucristo, viene la justicia de Dios para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia: en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificando a los que creen en Jesús.
¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguno. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí, porque no hay más que un solo Dios.
SALMO RESPONSORIAL 129, 1-4b. 5-6b
R/. ¡En ti se encuentra la misericordia, Señor!
Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 14, 6
Aleluya.
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 11, 47-54
Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: "Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos". Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”.
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta con agrado, Señor, la ofrenda de nuestro servicio tú, que recibiste a san Ignacio, trigo de Cristo, como pan purificado por los sufrimientos del martirio Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión
Soy trigo de Cristo, y deseo ser triturado por los dientes de las fieras para convertirme en pan purificado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Padre, que el pan celestial que hemos recibido en la fiesta de san Ignacio de Antioquía, nos dé fuerzas para que, de palabra y de obra, nos manifestemos siempre como auténticos cristianos. Por Jesucristo, nuestro Señor.