Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Miércoles 20 de Noviembre de 2019
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Miércoles de la trigesimotercera semana del tiempo ordinario

Por el progreso de los pueblos

Propuesta celebrativa

Color: verde

Antífona de entrada  1 Jn 3, 17

Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en el amor de Dios?

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que diste a los pueblos un mismo origen para formar en ti una sola familia, enciende en sus corazones el fuego de tu amor y el deseo de un justo progreso en sus hermanos, para que los bienes destinados a todos promuevan la dignidad de cada persona, y afiancen en la sociedad humana la equidad y la justicia, superando toda división entre los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

El Creador del universo les devolverá el espíritu y la vida.

Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1. 20-31

Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey Antíoco, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.

Incomparablemente admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la esperanza que tenía puesta en el Señor. Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía: “Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo. Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes”.

Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su amigo y le confiaría altos cargos.

Pero como el joven no le hacía ningún caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle la vida. Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo.

Entonces, acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: “Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes. Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera. No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia”.

Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: “¿Qué esperan? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios”.

SALMO RESPONSORIAL 16, 1. 5-6. 8b. 15

R/. ¡Me saciaré de tu presencia, Señor!

Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad.

Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas! Yo te invoco, Dios mío, porque Tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.

Escóndeme a la sombra de tus alas. Por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Cf. Jn 15, 16

Aleluya.

“Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

¿Por qué no entregaste mi dinero en préstamo?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 11-28

Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.

Les dijo: “Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: "Háganlas producir hasta que yo vuelva". Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: "No queremos que éste sea nuestro rey".

Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más". "Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades".

Llegó el segundo y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más". A él también le dijo: "Tú estarás al frente de cinco ciudades".

Llegó el otro y le dijo: "Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado". Él le respondió: "Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor.  Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses".

Y dijo a los que estaban allí: "Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más".

“¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!”

Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”.

Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Escucha con bondad nuestras súplicas, Señor, y acepta las ofrendas de tu Iglesia, para que todos los hombres reciban el espíritu de hijos de Dios y, superadas las desigualdades, unidos en tu paz, constituyan una única familia por el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión Cf. Sal 103, 13. 14. 15

Señor, la tierra se sacia con el fruto de tus obras: el pan que sale de la tierra y el vino que alegra el corazón del hombre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con el único Pan que renueva constantemente a la familia humana, te pedimos, Padre, que este sacramento de unidad nos obtenga un amor fuerte y puro, para promover el progreso de los pueblos y realizar las obras de la justicia, inspiradas por la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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