Pentecostés
Rojo
Misa del día
Sugerencias para la celebración
Estamos ya en la culminación de la Pascua.
Este día ha sido preparado por las alusiones al Espíritu Santo que contenían algunos textos de la liturgia de la Palabra y en las oraciones de la misa durante la semana pasada. Todo ello debiera haber agudizado la expectativa espiritual de esta solemnidad.
Será fundamental instruir al coro sobre la singularidad de esta fiesta, de tal modo que puedan escogerse himnos adecuados, con clara alusión al Espíritu. Es oportunidad para escoger el más brillante Aleluya del repertorio. También el aula eucarística debería estar especialmente adornada: el gran cirio pascual, ojalá bien decorado, puesto junto al ambón, y la pila bautismal.
Como otras importantes celebraciones, ésta trae un formulario propio para el saludo, para la tercera fórmula del acto penitencial, y para la bendición final. En el caso del acto penitencial, si no se usa la tercera fórmula es muy indicado la bendición del agua lustral, que es el agua viva del Espíritu.
La liturgia de la Palabra en todos los ciclos nos ofrece una primera lectura tomada de Hechos de los Apóstoles y el salmo correspondiente, pero para la segunda lectura y para el Evangelio nuestro leccionario ofrece la oportunidad de lecturas exclusivas para este ciclo, que serían las más convenientes de usar.
Tres símbolos de gran calado se hacen presentes en la liturgia de la Palabra y cuyas raíces bíblicas permiten desarrollarlas en la homilía: el viento, el fuego, las lenguas. El primero se refiere a la fuerza y al poderoso dinamismo del Espíritu que mueve a la Iglesia y a cada uno de nosotros. El segundo, al ardor amoroso que cauteriza las heridas del alma e impulsa a la acción. El tercero, la posibilidad de expresar el insondable Misterio de Dios con palabras humanas creando un solo idioma que todos pueden comprender, el lenguaje de la fe (Cf. Prefacio propio).
Como sabemos, esta celebración conserva una de las pocas secuencias que perduran tras la reforma litúrgica. La de hoy es una de las mejores que produjo la Edad Media, que supo captar y tocar la sensibilidad cristiana de aquella época y también de la nuestra. Hay muy buenas musicalizaciones de este venerable texto. Mientras se canta, quien preside debe demostrar ante la asamblea la actitud orante. Si hay una imagen del Espíritu en el lugar, incluso puede orientar su mirada hacia ésta.
Las plegarias eucarísticas están impregnadas de la acción del Espíritu, y hacer expresivos los gestos epicléticos lo reclama esta misma celebración: para la epíclesis de consagración, con las dos manos provocando la sombra sobre los dones, luego la mano tocando el altar para el signo de la cruz sobre los mismos dones.
Especialmente indicado para hoy es la tercera invitación para la oración dominical: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; movidos por ese Espíritu digamos con fe y esperanza».
El Cirio Pascual se apaga después de las vísperas, o en la última misa de Pentecostés. Algunas comunidades tienen la costumbre de pedirle a un fiel, quizá quien ha sido confirmado en esta Pascua, que lo haga con apagavelas antes de la bendición final.
El cirio ya no vuelve a lucir en la celebración eucarística salvo para las exequias y para el bautismo. Ya no tenemos el signo, pero tenemos el Espíritu y nosotros los que hemos sido iluminados por él.
A partir de ahora, se ubica junto a la pila bautismal – nunca en la sacristía-, memoria de la Pascua de Cristo, fuente de la gracia que nos hace hijos de Dios.
Antífona de entrada Sab 1, 7
El Espíritu del Señor llena la tierra, y él, que mantiene unidas todas las cosas, sabe todo lo que se dice. Aleluya.
O bien: Cf. Rom 5, 5; 8, 11
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. Aleluya.
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por el misterio de esta fiesta santificas a tu Iglesia extendida entre las naciones, derrama sobre toda la tierra los dones del Espíritu Santo e infunde en el corazón de tus fieles las maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: “¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34
R/. Señor envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra.
Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡La tierra está llena de tus criaturas! R/.
Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. R/.
¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! Que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. R/.
SEGUNDA LECTURA
Todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
12, 3b-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede decir: “Jesús es el Señor”, si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.
Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
Palabra de Dios
O bien:
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 8-17
Hermanos: Los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios “Abbá”, es decir, “Padre”. El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con Él para ser glorificados con Él.
Palabra de Dios
SECUENCIA
Ven, Espíritu Santo,
y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres,
ven a darnos tus dones,
ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad,
dulce huésped del alma
suave alivio de los hombres.
Tú eres descanso en el trabajo,
templanza de las pasiones,
alegría en nuestro llanto.
Penetra con tu santa luz
en lo más íntimo
del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina
no hay nada en el hombre,
nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas,
riega nuestra aridez,
sana nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza,
elimina con tu calor nuestra frialdad,
corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles,
que confían en Ti,
tus siete dones sagrados.
Premia nuestra virtud,
salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.
ACLAMACIÓN AL Evangelio
Aleluya. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Aleluya.
Evangelio
Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes: Reciban el Espíritu Santo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 19-23
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”.
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
O bien:
El Espíritu Santo le enseñará todo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 15-16. 23b-26
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes. El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Palabra del Señor
CREDO
ORACIÓN DE LOS FIELES
S: Oremos al Padre, que por la muerte y resurrección de su Hijo nos ha dado al Espíritu Santo.
- Oremos por la Iglesia, para que siempre dócil al don del Espíritu, pueda vivir fielmente su condición de pueblo de Dios, cuide la unidad en la diversidad de todos sus carismas, y sirva a la sociedad con esperanza, roguemos al Señor.
- Por todos los que trabajan por la paz y la concordia entre los pueblos, para que atentos a los legítimos anhelos de todos los pueblos, atiendan especialmente a los deseos que habitan en el corazón de los más pobres, roguemos al Señor.
- Por aquellas personas que son víctimas de la discordia, por las familias heridas por la desavenencia, y por aquellos que ven debilitada su fe, roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad, para que, animados por la fuerza del Espíritu, podamos dar testimonio de nuestra fe, roguemos al Señor.
S. Acoge nuestra oración, Padre bueno, tú que has derramado tu Espíritu sobre la Iglesia, y no cesas nunca de animarla con su fuerza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, concédenos, según la promesa de tu Hijo, que el Espíritu Santo nos revele con más claridad el misterio de este sacrificio y nos manifieste toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio de Pentecostés
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Para llevar a su plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre aquellos que habías adoptado como hijos, haciéndolos partícipes de la vida de tu Hijo Único; el mismo Espíritu que, al nacer la Iglesia, dio a todos los pueblos el conocimiento del Dios verdadero y unió a las diversas lenguas en la confesión de una sola fe.
Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero desborda de alegría y también los coros celestiales cantan un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo …
Antífona de comunión Hech 2, 4. 11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que concedes a tu Iglesia los bienes del cielo, conserva en ella la gracia que le has dado, para que el Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza y esta eucaristía nos sirva para la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.