Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Liturgia del Domingo 06 de Julio de 2025
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Domingo 6 de julio

XIVº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Verde

 

Sugerencias para la celebración

En la dinámica propia de la celebración litúrgica, que consiste en una espera y en un cumplimiento, la celebración de este domingo nos alienta con el profeta Isaías a confiar en la irrupción de la paz y la prosperidad (estado de espera); y a verlas realizadas (estado de cumplimiento) en la persona de Jesús, que hace descender la paz por medio de los discípulos. 

Una palabra clave de este domingo es la paz. Lo es también en el amplio contexto bíblico, pues el Antiguo Testamento hebreo la usa más de doscientas veces (shalom). Es una palabra «enorme», pues indica una gran cantidad de realidades ciertamente armónicas entre sí, como el bienestar, la felicidad, la salud, el sentirse colmado, etc. Como existen paces frágiles, e incluso falsas, es importante que invitemos a nuestra comunidad a contemplar la figura de Cristo como el «Príncipe de la paz», quien ofrece una paz verdadera y eterna. En efecto, de Dios proviene la paz, no es tarea alcanzable por el solo esfuerzo humano, y por eso hay que pedirla. Hay que desear y pedir este don. 

El lector o lectora de la primera lectura deberá tomar conciencia que Isaías está haciendo una llamada entusiasta a la alegría y a la paz. Las imágenes del texto son preciosas, y cierta impostación lírica, pero sobria, contribuirán a comprender mejor el texto profético. Lo mismo se puede aplicar para el salmo 65. 

Puede ser oportuno resaltar el signo de paz que tenemos en la  y hacer una buena, aunque breve catequesis de su sentido. Este gesto no es un mero saludo. Si no fuera más que eso, nada más absurdo que ponerlo casi al final de la misa. Tampoco su significado más importante es la reconciliación, aunque no lo excluye. 

Debemos hacer ver que el signo de la paz en ese momento de la celebración tiene que ver con la presencia de Cristo resucitado que se ha hecho presente en la celebración y cuyo don primero es precisamente la paz: «La paz esté con ustedes». Así saludó el Resucitado a sus discípulos. Gestualmente, además, es importante hacer ver que el don de la paz es el fruto del sacrificio de Cristo, y que por eso en la fracción del pan se aclama al Señor como Cordero de Dios, cuya última respuesta exclamativa es: «Danos la paz». Ninguna supuesta «canción de paz» puede sustituir la densidad teológica de ese gesto - la fracción del pan- unido a su aclamación. 

Recomendamos la lectura de la Carta Circular del año 2014, de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos sobre el significado ritual del don de la paz en la misa. Da luces importantes para poder comprender ese gesto, que vivirlo con más conciencia y mejor fruto. 

La despedida de la celebración, como sabemos, no es un adiós, sino un envío a la misión, y nuestro misal siempre introduce en ella el deseo de paz. Buena ocasión hoy día, para renovar esa misión habiendo bebido de la fuente de la Paz en la mesa del altar.   

 

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Sal. 47, 10-11

En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.

 

GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concédenos una santa alegría, para que, liberados de la servidumbre del pecado, alcancemos la felicidad que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Yo haré correr hacia ella la paz como un río

Lectura del libro de Isaías 66, 10-14

 

¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos! Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así Yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. 

Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL 65, 1-3a. 4-7a. 16. 20

R/¡Aclame al Señor toda la tierra!

 

¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: “¡Qué admirables son tus obras!” R/.

 

Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres. R/

 

Él convirtió el mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en Él, que gobierna eternamente con su fuerza. R/.

 

Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. R/.

 

SEGUNDA LECTURA

Yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia 6, 14-18

 

Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.

Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.

Palabra de Dios

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO  Col 3, 15a. 16a

Aleluya. Que la paz de Cristo reine en sus corazones; que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Aleluya.

 

Evangelio

Esa paz reposará sobre él

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-12. 17-20

 

El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”.

Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.

Palabra del Señor

 

O bien más breve:

 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-9

 

El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos, para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes””.

Palabra del Señor

 

CREDO


ORACIÓN UNIVERSAL

Reunidos en el día consagrado al Señor, oremos por la Iglesia, por el mundo, y por nuestras comunidades.

 

- Por la Iglesia, que es pertenencia de Dios, para que el Señor le conceda paz, libertad y unidad, roguemos al Señor.

 

- Por las regiones del mundo donde no reina aún la paz, para que quienes conducen las voluntades de las naciones la busquen con ahínco, roguemos al Señor. 

 

- Por nuestras comunidades, nuestras familias, para que en ellas reine la comprensión mutua, roguemos al Señor.

 

- Por quienes han sido víctimas de la violencia, y por todos los que trabajan incansablemente por sanar las heridas que provoca el desencuentro, roguemos al Señor. 

 

Escucha, Dios de misericordia la oración de la Iglesia, que se expresa en esta comunidad y haz que siempre deseemos y pidamos lo que es de tu agrado. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Padre del cielo, que este sacrificio consagrado a tu nombre nos purifique y nos encamine, cada día más, hacia la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PREFACIO

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 33, 9

Gusten y vean qué bueno es el Señor. Feliz el hombre que espera en Él.

 

O bien: Cf. Mt 11, 28

 

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré, dice el Señor.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con tan grandes dones, te pedimos, Padre, recibir sus frutos de salvación y no dejar nunca de alabarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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