Sexto domingo de Pascua
Blanco
Sugerencias para la celebración
Después de varias semanas, estamos ya cerca de ir terminando el Tiempo Pascual, por lo que la Oración Colecta pide, razonablemente, que Dios nos conceda «continuar celebrando con intenso fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado».
Puede resultarnos difícil mantener el mismo entusiasmo que los primeros días de Pascua, pero lo fundamental es que no olvidemos la centralidad del acontecimiento pascual, que proporciona infinitos motivos para alegrarnos.
Si no se han empleado antes, una manera de romper la rutina ritual es el uso de alguno de los saludos para el tiempo pascual que tenemos en el misal romano. Y si se han usado los formularios del Acto Penitencial, podemos volver a bendecir el agua y asperjarla sobre la asamblea, lo que nos recordará más vivamente la noche de la Vigilia Pascual.
Hoy comienza a aparecer la figura del Espíritu Santo, el artífice de la unidad en medio de los conflictos de la primera Iglesia (Hechos), y el humilde defensor que impide que nos olvidemos de Jesús. Él es el que nos enseña todo, y el que hace memoria viva de Jesús y su obra redentora. La visión de la Jerusalén celestial que se nos presenta en la segunda lectura, es de gran belleza, y es símbolo de la plenitud de vida a la que nos lleva el camino de Cristo. La recomendación a los lectores es la misma que el domingo anterior: más viva la lectura de Hechos, y más contemplativa la del Apocalipsis.
Puede ser oportunidad para explicar en la homilía el gran tema de la paz cristiana, fruto del Espíritu Santo que vamos a acoger en este tiempo. O también, la acción del Espíritu, que al hacer memoria permite la actualización de los misterios de Dios en la celebración. Sin el Espíritu Santo, lo sabemos bien, la liturgia sería una pura evocación de un pasado. Lejos de eso, es presencia viva de Dios en medio de su pueblo.
Aunque el signo de paz que nos damos en la eucaristía se relaciona más con el saludo de Cristo resucitado (El del Evangelio de hoy fue dicho por el Señor antes de su Pasión), sin duda que éste es un anticipo del definitivo. La paz que el sacerdote comparte después del Padrenuestro usa el adverbio «siempre»: «la paz del Señor esté siempre con ustedes»; pequeño detalle que nos habla de los frutos perdurables de los dones de Dios. Quizá sea oportuno educar en esta ocasión el rico sentido del signo ritual de la Paz, que ve en el que está a nuestro lado un símbolo de todo el género humano visto como un «prójimo», a quien llega a través nuestro el don del resucitado. Las palabras que acompañan el signo es «la paz esté contigo», y la respuesta puede ser «amén», o «y con tu espíritu». La mejor expresión gestual sería el abrazo litúrgico.
Podemos seguir empleando la bendición solemne para la Pascua que tenemos en el Misal, que le confiere a la celebración una distinción particular, muy valorada por los fieles.
Antífona de entrada Cf. Is 48, 20.
Aleluya. Con gritos de alegría anuncien y proclámenlo hasta los confines de la tierra: El Señor ha liberado a su pueblo.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con intenso fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, de manera que prolonguemos en nuestra vida el misterio de fe que recordamos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29.
Algunas personas venidas de Judea a Antioquía enseñaban a los hermanos que, si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros.
Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta:
“Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje.
El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós”.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 66, 2-3. 5-6. 8.
R/. ¡Que los pueblos te den gracias, Señor!
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. Que todos los pueblos te den gracias. R/.
Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. R/.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias! Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. R/.
SEGUNDA LECTURA
Me mostró la ciudad santa, que descendía del cielo.
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23.
El Ángel me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino.
Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero.
No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero.
Palabra de Dios
ACLAMACIÓN AL Evangelio Jn 14, 23.
Aleluya. “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
El Espíritu Santo le recordará lo que les he dicho.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 23-29.
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Palabra del Señor
Credo
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. Unidos a Cristo, que intercede siempre por nosotros, elevemos, hermanos, nuestras súplicas al Padre:
- Por la Iglesia, para que en ella la acción del Espíritu Santo se haga fecunda y cada cristiano se sienta como verdadero hijo de Dios, roguemos al Señor.
- Por los gobernantes de las naciones, para que su preocupación sea conducir a la sociedad al verdadero bien, en justicia y fraternidad, roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren, para que experimenten el consuelo del Señor, y no les falte una mano amiga, roguemos al Señor.
- Por los que celebraron su iniciación cristiana, especialmente los nuevos cristianos de nuestras comunidades, para que sean fieles a su fe, roguemos al Señor.
S. Padre bueno, escucha la oración de tus hijos, especialmente en este tiempo de gracia por el Jubileo de la Esperanza, por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Lleguen hasta ti, Señor, nuestras oraciones junto con estas ofrendas, para que, purificados por tu gracia, recibamos el sacramento de tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Jn 14, 15-16.
Dice el Señor: si me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito, para que esté siempre con ustedes. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, que nos haces renacer a la vida eterna por la resurrección de Cristo, concede que los sacramentos pascuales den fruto abundante en nosotros, e infunde en nuestros corazones la fuerza de este alimento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.