Quinto domingo de Pascua
Blanco
Sugerencias para la celebración
Durante el quinto y sexto domingo de Pascua la liturgia nos lleva al contexto de la última cena y a los discursos que Jesús comparte en esas últimas horas de su vida terrena.
Las lecturas de este domingo están dominadas por la idea de la novedad del acontecimiento cristiano. En la primera (Hechos), se nos presente una Iglesia en expansión, que lleva la novedad del cristianismo más allá de sus fronteras iniciales. La segunda (Apocalipsis) nos hablará de «un cielo nuevo y una tierra nueva», y al final, nos indica que hay Alguien que es capaz de hacer «nuevas todas las cosas».
El Evangelio también aludirá a algo nuevo: el mandamiento nuevo, que es el mandamiento del amor. Esta es una de las pocas veces en las que Jesús trata a sus discípulos como «hijitos». En ese ambiente de intimidad en el que la comunidad está naciendo, Jesús anuncia el mandamiento del amor. Será importante explicar dónde yace esa novedad, que apunta a un amor que no está definido por las posibilidades humanas, sino a la medida del mismo Jesús: «ámense como yo los he amado». El amor es verdadero y siempre nuevo cuando vivimos en el amor de Jesús, un amor llevado hasta el extremo. Se trata de una radicalidad total, que hace que todo se renueve.
El hondo significado de la novedad de la fe cristiana no puede verse desmentido por una celebración que no se esfuerce por mantener «como nuevos» los recursos celebrativos que la Iglesia pone a nuestra disposición. Los arreglos florales, la limpieza de las vestiduras litúrgicas, los signos pascuales, aunque sean los mismos de siempre, deben verse renovados por el cuidado y el cariño que ponemos en mantenerlos. Así expresan a la comunidad un amor que es siempre actual y vigente.
También este domingo tenemos una tercera fórmula para el Señor ten piedad que es especialmente armónica con las lecturas. Los tropos aluden al Señor que renueva todas las cosas, que nos llama a transformar el mundo, y nos invita a participar en la gloria de la resurrección.
El lector o lectora de la primera lectura, debería enfatizar el entusiasmo que ese texto quiere expresar. Si se fija bien, verá que el texto da cuenta de una gran actividad por parte de los apóstoles, lo cual debería manifestarse en el ritmo de la lectura. La segunda lectura, tomada del Apocalipsis, en cambio, requiere otro tono, otro ritmo, pues se trata de una visión trascendente, y el lector debería intentar un tono tranquilo y reposado que expresase un gran asombro.
Especialmente ajustado con la liturgia de la Palabra es el Prefacio IV de Pascua, «La restauración del universo por el misterio Pascual», donde se señala que «con la destrucción del pecado son renovadas todas las cosas».
No olvidemos la bendición pascual al final de la celebración.
Antífona de entrada Cf. Sal 97, 1-2.
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas; reveló su victoria a los ojos de las naciones. Aleluya.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y eterno, realiza plenamente en nosotros el misterio pascual para que, renacidos por el santo bautismo, con tu ayuda demos fruto abundante y alcancemos la alegría de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Contaron a la Iglesia todo lo que Dios había hecho con ellos.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27.
Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.
A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 144, 8-13a.
R/. Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R/.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R/.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios secará todas sus lágrimas.
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: “Ésta es la morada de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”.
Palabra de Dios
ACLAMACIÓN AL Evangelio Jn 13, 34.
Aleluya. “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, como Yo los he amado”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 31-33a. 34-35.
Durante la Última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo: Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros.
Palabra del Señor
Credo
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. Presentemos nuestra oración a Dios nuestro Padre, quien en el amor fraterno de los cristianos manifiesta su presencia en medio de nosotros.
- Pidamos por la Iglesia, para que crezca en número gracias al amor que ha recibido de Dios, y así sea un signo de esperanza del mundo nuevo que estamos llamados a construir, roguemos al Señor.
- Por quienes tienen responsabilidades públicas en la sociedad, para que sus esfuerzos se vean renovados por la experiencia de la bondad de Dios, y puedan abocarse con generosidad a buscar una respuesta a las variadas necesidades de todos, especialmente de los más pobres, roguemos al Señor.
- Por quienes pasan por momentos de aflicción, para que Cristo seque las lágrimas de los que lloran y aleje el dolor y las penas de los que sufren, roguemos al Señor, roguemos al Señor.
- Por los miembros de nuestra comunidad parroquial, para que el espíritu pascual que animó a la primera Iglesia encuentre también entre nosotros un espacio y se convierta en testimonio misionero, roguemos al Señor.
S. Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, confiando siempre en la gracia que nunca nos abandona, por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, que por este santo sacrificio nos concedes participar de tu vida divina, te pedimos que así como hemos conocido tu verdad, vivamos de acuerdo con ella. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Jn 15, 5.
Dice el señor: Yo soy la vid, ustedes los sarmientos, el que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre, ayuda con bondad a tu pueblo, que has alimentado con los sacramentos celestiales; concédele apartarse del pecado y comenzar una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.