Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Domingo 23 de Mayo de 2021
- A
+ A

PENTECOSTES 

Solemnidad
Salterio IV

Color: blanco

Antífona de entrada             Sab 1, 7 

El Espíritu del Señor llena la tierra, y él, que mantiene unidas todas las cosas, sabe todo lo que se dice. Aleluya. 

Gloria. 

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por el misterio de esta fiesta santificas a tu Iglesia extendida entre las naciones, derrama sobre toda la tierra los dones del Espíritu Santo e infunde en el corazón de tus fieles las maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


PRIMERA LECTURA

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles   2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.

Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:

¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34

R/Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra.

Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡La tierra está llena de tus criaturas!

Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra.

¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! Que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor.

SEGUNDA LECTURA

Todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:

Nadie puede decir: Jesús es el Señor, si no está impulsado por el Espíritu Santo.

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.

Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

Secuencia

Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz.

Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave alivio de los hombres.

Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las pasiones, alegría en nuestro llanto.

Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez, sana nuestras heridas.

Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.

Concede a tus fieles, que confían en Ti, tus siete dones sagrados.

Premia nuestra virtud, salva nuestras almas, danos la eterna alegría.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO

Aleluya.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Aleluya.

EVANGELIO

Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes: Reciban el Espíritu Santo.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 19-23

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con ustedes!

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo:

¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:

Reciban el Espíritu Santo.

Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.

Credo. 

Oración de los fieles

Oremos, hermanos, e invoquemos a Cristo, que, entronizado a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, y pidámosle que lo derrame sobre la Iglesia y sobre todo el mundo:

Oremos a Cristo, el buen pastor de la Iglesia, que nos mereció la efusión del Espíritu Santo, y pidámosle que sean iluminados por este mismo Espíritu el papa Francisco, nuestro obispo N. y todos los demás pastores de la Iglesia, a fin de que conduzcan su grey por las sendas de la salvación.

Pidamos también al Señor resucitado, que envió su Espíritu en forma de lenguas para destruir la división de Babel, que congregue en la unidad y conceda la paz a todos los pueblos y naciones del mundo.

Supliquemos al vencedor de la muerte que envíe el Consolador a los que sufren, para que encuentren fuerza y consuelo en la contemplación del misterio pascual, y les dé la firme esperanza de que están llamados a la resurrección y a la felicidad de su reino.

Pidamos al Hijo de Dios, que desde el Padre nos ha enviado el Espíritu Santo, que este mismo Espíritu nos recuerde constantemente sus palabras y nos dé la fuerza que necesitamos para dar testimonio de él hasta los confines del mundo.

Terminemos nuestra oración pidiendo al mismo Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos, que permanezca en nosotros y nos disponga así para ser piedras vivas del templo eterno de Dios.

Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo y haz que quienes nos disponemos a clausurar, con la solemnidad de hoy, las fiestas pascuales, renovados y fortalecidos por tu Espíritu, vivamos continuamente la novedad pascual y lleguemos también a las fiestas de la Pascua eterna. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Señor y Dios nuestro, concédenos, según la promesa de tu Hijo, que el Espíritu Santo nos revele con más claridad el misterio de este sacrificio y nos manifieste toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO 

EL MISTERIO DE PENTECOSTÉS

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 

Para llevar a su plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre aquellos que habías adoptado como hijos, haciéndolos partícipes de la vida de tu Hijo Único; el mismo Espíritu que, al nacer la Iglesia, dio a todos los pueblos el conocimiento del Dios verdadero y unió a las diversas lenguas en la confesión de una sola fe. 

Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero desborda de alegría y también los coros celestiales cantan un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: 

Santo, Santo, Santo …

Antífona de comunión         Hech 2, 4. 11 

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Señor Dios, que concedes a tu Iglesia los bienes del cielo, conserva en ella la gracia que le has dado, para que el Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza y esta eucaristía nos sirva para la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 


  • Catedral 1063, local 503, Santiago

    Teléfonos: +56 2 3278 0733 - +56 2 3278 0734

    Desarrollado por Iglesia.cl