Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Miércoles 29 de Agosto de 2018
- A
+ A

Miércoles de la vigesimoprimera semana del tiempo ordinario
Martirio de San Juan Bautista
Memoria obligatoria
Color: rojo

El martirio de san Juan Bautista, a quien Herodes Antipas mandó decapitar en la fortaleza de Maqueronte, cerca del Mar Muerto, revela la calidad de alma del precursor de Cristo y la plenitud de su respuesta al llamado de Dios. En su muerte, como en su predicación, dio testimonio de la verdad y, según las palabras de Jesús, fue “una lámpara que arde e ilumina”.

Antífona de entrada            Cf. Sal 118, 46-47

Señor, hablaba de tu ley delante los reyes, y no fui confundido; me deleitaba en tus mandamientos que tanto amo.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que quisiste que san Juan Bautista fuera el Precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos que, así como él dio su vida como mártir por la verdad y la justicia, también nosotros luchemos con valentía en la afirmación de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Diles todo lo que Yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos.

Lectura del libro de Jeremías   1, 17-19

La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:

Cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que Yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide Yo delante de ellos. Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país. Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque Yo estoy contigo para librarte.

SALMO RESPONSORIAL    70, 1-4A. 5-6AB. 15. 17

R/. ¡Mi boca anunciará tu salvación!

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme! Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

Sé para mí una roca protectora, Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!

Porque Tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el vientre materno fuiste mi protector.

Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación. Dios mío, Tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO     MT 5, 10

Aleluya.

Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

EVANGELIO

Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos  6, 17-29

Herodes había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.

Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntar a su madre: “¿Qué debo pedirle?” “La cabeza de Juan el Bautista”, respondió ésta.

La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”.

El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida, mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre.

Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Por las ofrendas que te presentamos, concédenos, Señor, seguir con rectitud tus caminos, como enseñó san Juan Bautista, la voz que clamaba en el desierto, y confirmó valientemente derramando su sangre, Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

LA MISIÓN DEL PRECURSOR

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

Alabamos tu grandeza manifestada en san Juan Bautista, el Precursor de tu Hijo y el mayor entre los nacidos de mujer.

Antes de nacer, saltó de alegría en el vientre de su madre al sentir la proximidad del Salvador, y fue el único profeta que señaló al Cordero que quita el pecado del mundo.

Él bautizó en el río Jordán al mismo autor del bautismo, para que el agua viva santificara a todos los hombres, y mereció dar el supremo testimonio de Cristo, derramando su sangre por Él.

Por eso, unidos a los ángeles en el cielo, cantamos en la tierra un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo …

Antífona de comunión        Jn 3, 27. 30

Juan respondió: es necesario que él crezca y que yo disminuya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al celebrar el martirio de san Juan Bautista, concédenos, Padre, venerar el sacramento que hemos recibido y alegrarnos por sus frutos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


  • Catedral 1063, local 503, Santiago

    Teléfonos: +56 2 3278 0733 - +56 2 3278 0734

    Desarrollado por Iglesia.cl