SALUDO

Estamos ya en la última fase del tiempo «durante el año», cuando el relato del evangelio de Lucas continúa con el itinerario ascensional de Cristo hacia Jerusalén, hacia la cruz, y hacia el cielo, con su glorificación. No va solo, sino que va arrastrando a los discípulos, y con ellos, a todos nosotros en el tiempo de la Iglesia.

Este mes de octubre, el día 18, celebraremos la fiesta de san Lucas, que ha sido como un «padre espiritual» para la Iglesia este año en el que los domingos hemos proclamado su evangelio (Leccionario, ciclo C). No olvidemos aquellas características de su pluma: la universalidad del acontecimiento cristiano, donde nadie puede sentirse excluido; el mensaje de misericordia y perdón; el interés de Jesús por salir en busca de los extraviados y su sensibilidad para con los pobres, enfermos y necesitados. Con todo ello san Lucas se ganó el apelativo de «evangelista de la mansedumbre de Cristo» (Martirologio). No olvidemos, además, que en este evangelio las mujeres ocupan un lugar señalado, muy evidente, por lo demás, en los relatos de la infancia de Jesús, donde María ocupa un lugar eminente. Por si fuera poco, en el evangelio y también en el libro de los Hechos de los apóstoles se vislumbra una lucidez especial para percibir la fuerza del Espíritu Santo.

El leccionario ferial nos ofrece como primera lectura, una selección de libros entrañables del Antiguo Testamento, como el texto de Baruc, que nos presenta una reflexión penitencial; o la deliciosa historia, si se puede decir así, de Jonás. El resto del mes, estaremos meditando la primera carta de san Pablo a los Romanos. La comunidad de ministros lectores podría proponerse – o pedir a algún experto- profundizar en su contenido, tan esencial en la vida cristiana. ¡Qué diferente deviene nuestro servicio litúrgico cuando proclamamos textos que hemos meditado asiduamente con la ayuda de la ciencia bíblica!

La intención del mes en Chile, de acuerdo con la motivación de nuestros obispos es tener presente en nuestras oraciones a las familias, particularmente por aquellas que están en crisis, que viven diversas dificultades. Se podría agregar en cada domingo una oración por ellas, en la Oración Universal.

El mes de octubre tiene un tono carmelitano, pues comenzamos el mes con la memoria de Teresa del Niño Jesús, y a mediados de mes, a la reformadora del Carmelo, santa Teresa de Jesús, de Ávila.

Por último, el XIXº domingo del tiempo ordinario la Iglesia celebra la Jornada mundial de las misiones (DOMUND). Es una hermosa oportunidad para ampliar nuestra mirada y contemplar la obra misionera de la Iglesia. Podría invitarse a una religiosa misionera para presentar la oración universal.

Con todo, más allá de las intenciones particulares, o los temas cristianos que van apareciendo en la liturgia de la Palabra, lo principal en la celebración eucarística es unirnos, con gratitud a la ofrenda que Jesús hizo de sí mismo por la salvación de la humanidad. Ofrenda que la Iglesia toma en sus manos en el cotidiano de la vida, y de la cual aprendemos a ofrecernos también nosotros, en Cristo, al Padre.

Qué hermoso cuando se ve a la comunidad celebrando este misterio, y poder percibir que vivimos para Alguien, Dios, y que ello nos hace felices, transforma nuestras vidas y por lo mismo, también la vida de los que están cerca de nosotros.  


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