SALUDO

Recién en este mes vamos a retomar los domingos «durante el año » , que dejamos de celebrar al introducirnos en la Cuaresma a principios de marzo. El ciclo de la Pascua Anual se ha prolongado por noventa días, a lo que habría que agregar los domingos que le siguieron, todos ellos con un título particular.

Quizá valga la pena recordar la fisonomía general del tiempo ordinario. Como sabemos, en este tiempo no se celebra un aspecto particular del Misterio de Cristo sino su totalidad (Cf. NUALC, 43). Al hilo de las lecturas evangélicas, los fieles estarán llamados a ir progresivamente descubriendo la hondura de la fe cristiana, y cómo el Misterio de Cristo va abrazando absolutamente todas las dimensiones de nuestra vida. Es un modo de reconocer que la presencia de Dios no se verifica sólo en algunos momentos, sino que está siempre en el devenir de la vida, incluso en días y horas que pueden parecer breves, insípidas e insignificantes. No hay banalidad en el calendario del cristiano, pues siempre contamos con la presencia del Señor, que como dice la Carta a los hebreos, «es el mismo ayer, hoy y siempre» (Hb 13, 8).

En esta sucesión de días y semanas, el domingo es el día primordial. Es el primero de la semana. Y para que eso no sea solo un decir, no estará mal que, en el calendario de nuestros móviles, en configuración o ajustes, pongamos al domingo como el primer día, y no el último.

Los días de feria nos acompañará la lectura continuada del Génesis y del Éxodo. Siempre será recomendable la lectura de algún comentario bíblico general sobre estos importantísimos textos del Antiguo Testamento. Ello puede contribuir a contextualizar mejor cada perícopa que se lee en la celebración diaria y ofrecer a los fieles una mirada más comprensiva y coherente de los textos.

Los domingos tendremos la sucesión de textos del evangelio de Lucas, cuyo autor ha sido llamado el «evangelista de la mansedumbre de Cristo». Atento siempre a la actitud misericordiosa del Señor, es este un aspecto que vale la pena subrayar dado el contexto jubilar que celebra este año la Iglesia. El leccionario dominical nos ofrecerá durante todo este tiempo los textos que corresponden principalmente a la cuarta parte de este evangelio, que los expertos denominan la sección de la subida a Jerusalén (Capítulos 9, 51 – 23, 56).

Desde el punto de vista celebrativo, podemos volver a emplear la Plegaria eucarística IV, de inspiración oriental y dueña de una magnifica teología histórico-salvífica. También están a nuestra disposición alguna de las cuatro plegarias que ahora llamamos «Para diversas circunstancias». En todo caso, evitemos usar siempre la plegaria II, que pese a ser de venerable tradición, su uso continuo puede contribuir a una cierta monotonía indeseada, y de la que suelen quejarse los fieles.

Durante este mes, tenemos nueve memorias de santos, pero no nos olvidemos que hay que privilegiar la lectura continua del leccionario ferial, a excepción de las fiestas y solemnidades que tienen leccionario propio. Este año, la memoria de santa Teresa de los Andes cae en domingo, lo cual en ningún caso reemplaza al domingo, cuyas lecturas y formulario propio prevalecen sobre las memorias de santos.

Por último, y en honor al importante aniversario que celebramos este año del primer concilio ecuménico de Nicea, celebrado el año 325, no es mala idea invitar a la comunidad a profesar la fe según la formulación de ese venerable símbolo. Como se trata de un texto que no es usual entre nosotros, hará falta imprimirlo y ofrecerlo a la comunidad. Así renovamos también nosotros la fe de la Iglesia en comunión con ella.



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