Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Viernes 27 de Septiembre de 2019
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Viernes de la vigesimoquinta semana del tiempo ordinario

San Vicente de Paúl, presbítero

Memoria obligatoria

Color: blanco

Vicente de Paul (1581-1660), párroco de Clichy, en París, es el fundador de la Congregación de la Misión y también de la Congregación de las Hijas de la Caridad.

Es uno de los maestros de la espiritualidad francesa en el siglo XVII, pero por encima de todo es el modelo acabado de la caridad cristiana que va al encuentro de todas las miserias para socorrerlas, porque descubre, en el rostro de todo ser que sufre, los rasgos de Jesucristo, su Señor.

Antífona de entrada Cf. Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres y a sanar a los que se arrepienten de corazón.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que para el servicio de los pobres y la formación del clero infundiste las virtudes apostólicas en el presbítero san Vicente de Paúl, concédenos que, animados por su mismo espíritu, amemos lo que él amó y pongamos por obra lo que enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Dentro de poco tiempo, llenaré de gloria esta Casa.

Lectura de la profecía de Ageo   1, 15b—2, 9

El segundo año de Darío, rey de Persia, el día veintiuno del séptimo mes, la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:

“Di a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, y al resto del pueblo: ¿Queda alguien entre ustedes que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es como nada ante sus ojos? ¡Animo, Zorobabel! -oráculo del Señor-. ¡Animo, Josué, hijo de Iehosadac, Sumo Sacerdote! ¡Ánimo, todo el pueblo del país! -oráculo del Señor- ¡Manos a la obra! Porque Yo estoy con ustedes -oráculo del Señor de los ejércitos- según el compromiso que contraje con ustedes cuando salieron de Egipto, y mi espíritu permanece en medio de ustedes. ¡No teman!

Porque así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, Yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme. Haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, dice el Señor de los ejércitos.

¡Son míos el oro y la plata! -oráculo del Señor de los ejércitos-. La gloria última de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar Yo daré la paz”.

SALMO RESPONSORIAL   42, 1-4

R/. Espero en el Señor y le daré gracias.

Júzgame, Señor, y defiende mi causa contra la gente sin piedad; líbrame del hombre falso y perverso.

Si Tú eres mi Dios y mi fortaleza, ¿por qué me rechazas? ¿Por qué tendré que estar triste, oprimido por mi enemigo?

Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar donde habitas.

Y llegaré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la cítara, Señor, Dios mío.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO    Mc 10, 45

Aleluya.

El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.

EVANGELIO

Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre debe sufrir mucho.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   9, 18-22

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?”

Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.

“Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?”

Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”.

Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles:

“El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios nuestro, que diste a san Vicente la gracia de realizar en su vida lo que celebraba en estos santos misterios, concédenos, por este sacrificio, ser transformados en una ofrenda agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión Cf. Sal 106, 8-9

Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque Él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados con este sacramento celestial, te suplicamos, Dios nuestro, que, para imitar a tu Hijo en la evangelización a los pobres, siguiendo el ejemplo de San Vicente, recibamos la ayuda de su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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