La bondad de Dios nos reconforta siempre. La muerte no ha sido creada por Dios, lo sabemos porque Cristo resucitó venciendo la muerte. La muerte es producto del pecado y la desobediencia del hombre; sin embargo Dios nos ha rescatado para siempre de sus garras pues Él no quiere “la destrucción de los vivientes” sino que al revés, quiere la vida. Ha entregado un mundo saludable para que sus criaturas sean de la misma manera. Dios creó al hombre incorruptible y le hizo a imagen de su misma naturaleza. La muerte entró por el pecado y el demonio en el mundo viene del mal que tuerce el destino.
Con san Pablo reconocemos que la abundancia de unos beneficia a otros necesitados, lo importante es el llamado que se nos hace para compartir. Norma para los cristianos según la escritura, es estar siempre pendientes de los demás para compartir lo que el Señor nos regala hoy y siempre. Los cristianos debemos dar testimonio siempre de la generosidad con que Dios nos favorece.
Igualmente con Jairo nos alegramos por la generosidad de Dios. Dios da salud y vida a quien confía en Él, lo ha demostrado en la persona de la hija de Jairo por medio de Jesús. Vida eterna, bienestar para los hombres y que se nota en el silencio e intimidad de la familia, lo realiza sin triunfalismos. El anuncio del evangelio y su actividad debe ser lo más natural, especialmente cuando toca la vida de los otros.