Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Sábado 03 de Junio de 2017
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Sábado de la séptima semana de Pascua
San Carlos Lwanga y compañeros, mártires
Memoria obligatoria
Color: rojo

En los comienzos de la evangelización de Uganda (fines del siglo XIX), en pleno corazón del África, y apenas transcurridos siete años desde la llegada de los primeros misioneros a aquellas tierras, un centenar de cristianos, católicos y anglicanos, fueron torturados y asesinados. El Papa Pablo VI declaró santos a veintidós de ellos. Cuatro de ellos habían sido bautizados por Carlos Lwanga poco tiempo antes del suplicio. La mayoría fueron quemados vivos en Numungongo, por negarse a satisfacer los impuros deseos del monarca; tenían entre dieciséis y veinticuatro años de edad. El más joven, Kizito, tenía apenas trece.

Antífona de entrada Cf. Sab 3, 6-7. 9

 

El Señor probó a sus elegidos como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. Por eso brillarán cuando Dios los visite, porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que hiciste de la sangre de tus mártires semilla de nuevos cristianos, concédenos bondadosamente que el campo de tu Iglesia, regado por la sangre de san Carlos Lwanga y sus compañeros, te brinde siempre una generosa cosecha. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.


Primera lectura

Vivió en Roma, predicando el Reino de Dios.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles  28, 16-20. 30-31

Cuando llegamos a Roma, Pablo recibió autorización para alojarse en una casa particular con un soldado que lo custodiara.

Tres días después convocó a los judíos principales, y cuando se reunieron les dijo: “Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres, fui arrestado en Jerusalén y puesto en manos de los romanos. Después de interrogarme, quisieron dejarme en libertad, porque no encontraban en mí nada que mereciera la muerte; pero ante la oposición de los judíos, me vi obligado a apelar al Emperador, sin querer por esto acusar en nada a mi pueblo. Por eso he querido verlos y hablarles, ya que a causa de la esperanza de Israel llevo estas cadenas”.

Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que querían verlo, proclamando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo.

Salmo responsorial    10, 4-5. 7

R/. ¡Los que son rectos verán tu rostro, Señor!

El Señor está en su santo Templo, el Señor tiene su trono en el cielo. Sus ojos observan el mundo, sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina al justo y al culpable, y odia al que ama la violencia. Porque el Señor es justo y ama la justicia, y los que son rectos verán su rostro.

Aclamación al Evangelio      Cf. Jn 16, 7. 13

Aleluya.

“Les enviaré el Espíritu de la verdad; Él les hará conocer toda la verdad”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Este mismo discípulo ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     21, 19-25

Jesús resucitado había anunciado con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios.

Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: “Señor, ¿quién es el que te va a entregar?”

Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: “Señor, ¿y que será de éste?”

Jesús le respondió: “Si Yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme”.

Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: “Él no morirá”, sino: “Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?”

Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.

Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al presentar nuestros dones, Señor, te pedimos que, así como diste a tus mártires la gracia de morir antes que pecar, nos concedas también a nosotros, servirte en tu altar con total entrega. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

PLEGARIA EUCARÍSTICA
(Ver Ordinario de la Misa)

RITO DE LA COMUNIÓN
(Ver Ordinario de la Misa)

Antífona de Comunión Sal 115, 15

Es valiosa a los ojos del Señor la muerte de sus santos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Padre, que estos divinos sacramentos, recibidos en la conmemoración de tus santos mártires, como a ellos les dieron el valor para superar los tormentos, a nosotros nos concedan, en medio de las adversidades, la perseverancia en la fe y en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

RITO DE CONCLUSIÓN
(Ver Ordinario de la Misa)


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