Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Liturgia del Domingo 04 de Mayo de 2025
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Tercer domingo de Pascua
Blanco

Sugerencias para la celebración

No es fácil mantener la atmósfera festiva durante un largo tiempo, pero en este domingo nos ayudarán tanto las oraciones presidenciales -especialmente la Colecta y la Sobre las ofrendas-, como el Salmo responsorial y la lectura de Apocalipsis. 

Esta última es una pura alabanza pascual a Cristo, el Cordero inmolado, y nos permite participar de la alabanza eterna. Cristo recibe «alabanza, honor y gloria» en el cielo, que es lo que nosotros en la tierra pedimos, cunado rezamos la oración colecta de esta misa: «que tu pueblo se alegre, - exulte, más bien- por la vida nueva que ha recibido». La oración sobre las ofrendas también se hará eco de la Colecta, aumentando aún su intensidad, pues habla de una «Iglesia desbordante de alegría». El salmo contribuye también, pues es una acción de gracias en acto. Por todo esto, podemos decir como san Atanasio: «Jesucristo resucitado convierte la vida del hombre en una fiesta continua».

También el Jubileo de la esperanza que estamos celebrando, debiera ayudarnos a mantener este clima, pues nos hace dirigir nuestra mirada al Misterio que nos regala una alegría que es indemne ante los avatares de la vida.

El Evangelio de este domingo nos presenta el tercer y último relato de las apariciones del Resucitado, en el cual Pedro – después del Señor- desempeña un papel principal. También lo tiene en la primera lectura. El texto del Evangelio, de enorme importancia, contiene tres momentos claramente definidos: la pesca, la comida en torno al bracero, y la investidura de Pedro en su ministerio de pastor. 

Para los ritos iniciales recomendamos el Rito de la Bendición y aspersión del agua en lugar del Acto Penitencial habitual. Ojalá lo podamos hacer así durante todo el tiempo Pascual. Se acompaña con un canto bautismal, pero también uno pascual, que bien pudiera ser, en ese caso, la continuación del canto de entrada. 

Para el rito de despedida, no desaprovechemos la oportunidad de usar la bendición solemne que tenemos en el Apéndice II del Misal. 

 

Antífona de entrada Cf. Sal 65, 1-2.

Aclame al Señor toda la tierra. Canten la gloria de su nombre. Aleluya.

Gloria

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que tu pueblo se alegre siempre por la nueva vida recibida, para que, con el gozo de los hijos, aguarde con firme esperanza el día de la resurrección final. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Nosotros somos testigos de estas cosas; nosotros y el Espíritu Santo.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 27-32. 40b-41.

Cuando los Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: “Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!” 

Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo. A Él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen”.

Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el Nombre de Jesús.

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL 29, 2. 4-6. 1l-12a. 13b.

R/. Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste.

Yo te glorifico, Señor, porqué Tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R/.

Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría. R/.

“Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor”. Tú convertiste mi lamento en júbilo. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R/.

SEGUNDA LECTURA

El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza.

Lectura del libro del Apocalipsis 5, 11-14.

Yo, Juan, oí la voz de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y exclamaban con voz potente: “El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza”.

También oí que todas las criaturas que están en el cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían: “Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos”. Los cuatro Seres Vivientes decían: “¡Amén!”, y los Ancianos se postraron en actitud de adoración.

Palabra de Dios

ACLAMACIÓN AL Evangelio

Aleluya. Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y tuvo misericordia de su pueblo. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 21, 1-19.

Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”.

Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en a orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?” Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” 

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”.

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”.

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor.

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. 

Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le respondió: “Si, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.

Palabra del Señor

Credo

 


Oración Universal

S. Oremos a Dios nuestro Padre, como hijos suyos que somos por el bautismo:

-          Por la Iglesia, que siempre esté atenta a la voz de Cristo, el Señor, y esté dispuesta a obedecerle a Él antes que a los hombres. Roguemos al Señor.

-          Por todas las naciones de la tierra, para que el triunfo de Cristo sobre la muerte apague el odio y la violencia que puede haber en los pueblos y se pueda, con nuestra colaboración, restaurar la paz. Roguemos al Señor.

-          Por todos los que sufren y están tristes, para que la victoria de Cristo sobre la muerte infunda valor en el alma y una profunda alegría. Roguemos al Señor.

-          Por todos nosotros aquí reunidos, para que, como el apóstol Juan, estemos atentos a reconocer al Señor en medio de las tareas de la vida. Roguemos al Señor.

S. Escucha, Señor, nuestra súplica filial, y renueva en nosotros la fe, la esperanza y el amor. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. 

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia desbordante de alegría, y después de haberle concedido el motivo de un gozo tan grande, concédele participar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión Cf. Jn 21, 12-13.

Jesús dijo a sus discípulos: vengan a comer, y tomó el pan y se lo dio. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre, mira con bondad a tu pueblo y, ya que lo has renovado con los sacramentos de la vida eterna, concédele alcanzar la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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