DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO
Verde
Sugerencias para la celebración
El criterio de composición armónica que predomina en el leccionario romano dominical hace emerger con claridad como núcleo de esta celebración la humildad del Señor. El Señor que viene en cada celebración eucarística es hoy día el Señor humilde, el que quiso ocupar los últimos puestos, el que es máximamente feliz, pues ya vive la promesa hecha a los humildes: «Feliz de ti, porque tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos» (Evangelio de hoy).
La propuesta celebrativa de este domingo debe estar, quizá más que otras veces, en armonía con la humildad del Señor. Aquí tenemos otro desafío que debe estar presente en nuestras celebraciones. Ellas deben trasparentar la belleza sublime del Misterio de Dios, por lo cual, el espacio litúrgico debe expresar que el pueblo cristiano quiere darle lo mejor al Señor. No obstante, nada de eso puede oscurecer la sencillez y humildad en la que brilla más elocuentemente ese mismo Misterio. La Iglesia ha acuñado la expresión «noble sencillez» para referirse a ese sano equilibrio que debe rodear los ritos cristianos (SC 34). Ello nos aleja tanto de lo ostentoso como de lo chabacano.
Procurar que todo esté limpio y ordenado, cada cosa en su sitio, que no haya carteles que anuncian algo que ya pasó hace semanas, revisar que en el ambón sólo esté el único libro que debe estar; lo mismo en el altar… Este domingo podemos volver a preguntarnos qué es lo esencial que debe estar, y guardar lo que sirve para otra ocasión.
La antífona que precede al Evangelio, que acompaña el aleluya, está en perfecta sintonía con el mensaje del Evangelio, pues nos trae la voz del Señor que dice: «Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón» (Mt 11, 29). ¡Qué bueno sería que el encargado del canto pudiera elegir una bella melodía para el aleluya e intercalar esta cita bíblica, la que -dicho sea de paso- nunca se recita, sino que se canta o se omite! Es un clarín que anticipa y nos ayuda a fijarnos en lo que la liturgia ha querido relevar este domingo.
Los textos de la liturgia de la palabra deberían interpelar especialmente a los ministros y servidores de la pastoral del domingo, pues qué fácil es creer equivocadamente que porque intervenimos en una acción litúrgica somos más importantes que los demás.
El libro del eclesiástico nos trae como un consejo paternal una bella exhortación a la humildad, e intenta persuadirnos de su gran utilidad. Ojalá que el lector o lectora pueda lograr un tono sapiencial, de buen consejo, al proclamar esta lectura.
El salmo es más bien entusiasta y festivo, y se alegra de que los principales beneficiados de la humildad del Señor, seamos nosotros mismos, los que, en un sentido u otro, dada nuestra precariedad, necesitamos de Dios.
Como es tradicional, el canto dedicado a la Virgen al final de nuestra celebración pudiera resaltar tanto la humildad de María, como la alegría que eso trae siempre al corazón. El Magnificat podría ser una buena opción.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Sal 85, 3. 5
Ten piedad de mí, Señor, porque te invoco todo el día. Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan.
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, de quien procede todo bien perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes en nosotros lo que es bueno y lo conserves constantemente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Debes ser humilde para obtener el favor del Señor
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29
Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios.
Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y Él es glorificado por los humildes.
No hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea tener un oído atento.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 67, 4-5a. c. 6-7b. 10-11
R/. ¡Señor, Tú eres bueno con los pobres!
Los justos se regocijan, gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría. ¡Canten al Señor, entonen un himno a su Nombre! Su Nombre es “el Señor”. R/.
68El Señor en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: Él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos. R/.
Tú derramaste una lluvia generosa, Señor: tu herencia estaba exhausta y Tú la reconfortaste; allí se estableció tu familia, y Tú, Señor, la afianzarás por tu bondad para con el pobre. R/.
SEGUNDA LECTURA
Ustedes se han acercado a la montaña de Sión, a la ciudad del Dios viviente
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24
Hermanos: Ustedes no se han acercado a algo tangible: “fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras”, que aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando.
Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.
Palabra de Dios
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 11, 29ab
Aleluya. “Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio
El que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
“Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”.
Después dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!”
Palabra del Señor
CREDO
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos al Señor, que tiene siempre atenta su mirada y su oído a las súplicas de los humildes
- Por la Iglesia, para que, celebrando el Jubileo convocado por el santo Padre, pueda experimentar el gozo de saberse amada por Dios, roguemos al Señor.
- Por quienes detentan posiciones de autoridad o prestigio en nuestra sociedad civil, para que brille en ellos la búsqueda del bien común, especialmente hacia los más humildes y desposeídos, roguemos al Señor
- Por quienes están abatidos por diversas razones, por los enfermos y los pobres, por los que pasan momentos difíciles, roguemos al Señor.
- Por nosotros, para que comprendamos la belleza de vivir dispuestos a servir a los demás, con humildad y comprensión, roguemos al Señor.
Muéstranos, Señor, tu bondad, escuchando nuestras súplicas, por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Dios nuestro, que esta ofrenda sagrada nos alcance tu bendición salvadora y se cumpla en nosotros lo que celebramos en esta liturgia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 30, 20
Qué grande es tu bondad, Señor. Tú la reservas para tus fieles.
O bien: Mt 5, 9-10
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los cielos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados con el pan de la mesa celestial, te suplicamos, Padre, que este alimento de nuestra caridad nos fortalezca y nos impulse a servirte en los hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.