Jesucristo Rey del Universo
Blanco
Sugerencias para la celebración
Con esta celebración dedicada a Nuestro Señor Jesucristo, rey del Universo, clausuramos el año litúrgico.
En su forma actual no se trata de una celebración antigua, pues recién se puso en el calendario romano en el año 1925. Cien años – justo este año- es para la historia de la Iglesia muy poco tiempo. Sin embargo, su núcleo proviene de la esencia de la espiritualidad cristiana. ¿No aclamó la muchedumbre a Jesús al entrar a Jerusalén diciendo «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel!» (Jn 12,12)? Y cuando Pilato le pregunta si acaso era él el Rey de los judíos ¿no respondió diciendo: «Sí, tú lo dices» (Mt, 27, 11)?
Conviene siempre aclarar qué tipo de realeza es la que Cristo encarna, y por qué conviene celebrarla. Para responder, el prefacio de este domingo nos ofrece una bellísima síntesis teológica, cuando nos hace cantar agradecidos al Padre por un Cristo que es sacerdote, rey, víctima, señor de la creación entera, e inaugurador de un reino «de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz».
El contexto de gran secularización que vivimos hace particularmente importante considerar al Señor como soberano, pues sólo en la medida que nos allanamos al señorío de Cristo, podemos liberarnos de las ataduras esclavizantes de quienes lo pretenden sustituir. Bajo el amparo de Cristo nos liberamos de otras opresiones, como la del pecado, tal como lo señala la oración colecta de esa celebración. Esta fiesta es, por lo tanto, una de gran proyección social.
Por último, el tono escatológico propio del fin del año – y que también aparecerá en los primeros domingos de Adviento- no puede ser más adecuado para su celebración, pues la soberanía de Cristo se manifiesta hoy como una semilla, pero será una plenitud al final de los tiempos. Esta situación de precariedad del Reino es especialmente notada por san Lucas, nuestro evangelista del año, cuando señala la degradación y humillación que experimenta Cristo, como para insistir que Cristo no ejerce su poder por medio de la fuerza, sino con la debilidad de la cruz.
En el plano celebrativo habrá que cuidar especialmente el himno de entrada. Éste es siempre un canto de carácter cristológico, donde se debe resaltar que celebramos el «día del Señor», denominación clásica del domingo, y también – no es mera casualidad- el día de su retorno glorioso. La antífona de entrada nos sugiere la gloriosa escena del Apocalipsis, la gloria de Cristo como cordero en su máximo esplendor. Ya estamos en la perspectiva de la segunda venida, tema que, como dijimos recién, nos aparecerá también en las primeras semanas de Adviento.
La segunda lectura nos trae un himno imponente, por lo cual, el lector debe encontrar el tono adecuado, uno que dé cuenta del carácter excelente y colosal del acontecimiento cristiano. Los ojos siempre van más rápido que la voz, por lo que – como siempre, por lo demás- el lector debe leer más lento de lo que cree que debe leer. Que se note que cada afirmación que hace el apóstol sobre Cristo brota de una enorme admiración. Lo mismo vale para la proclamación del Prefacio que pronunciará el sacerdote.
Los fieles tienen la oportunidad de profesar su fe en Cristo Rey en el modo de comulgar. Así es, pues considerar a Cristo como rey se expresa en el modo como comulgamos. Les dejo lo que Cirilo de Jerusalén, un gran padre de la Iglesia, les decía a sus neófitos en una de sus catequesis mistagógicas:
Al acercarte no vayas con las palmas de las manos extendidas, ni con los dedos separados, sino, haz con la mano izquierda un trono, por debajo de la derecha, como que está a punto de recibir al Rey; y recibe el cuerpo de Cristo en el hueco de la mano diciendo: amén.
Hacia el final del Mes de María, en un día de Jesucristo rey del Universo, ¿se podrá cantar Salve regina? Hay versiones en castellano…
Antífona de entrada Ap 5, 12; 1, 6
El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él pertenecen la gloria y el imperio para siempre.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste restaurar todas las cosas por tu amado Hijo, Rey del universo, te pedimos que la creación entera, liberada de la esclavitud del pecado, te sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Ungieron a David como rey de Israel
Lectura del segundo libro de Samuel 5, 1-3
Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: “¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: “Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel””.
Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 121, 1-2. 4-5
R/. ¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!
¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la Casa del Señor”! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para celebrar el Nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R/.
SEGUNDA LECTURA
Nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 12-20
Hermanos:
Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.
Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él.
Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.
Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
Aleluya. ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.
EVANGELIO
Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 35-43
Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, sí es el Mesías de Dios, el Elegido!”
También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”
Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos”.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”.
Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Palabra del Señor
Credo
ORACIÓN UNIVERSAL
S. Dirijamos al Padre eterno las oraciones que hacemos como hijos en Cristo:
Escucha con amor, Padre bueno, la oración de tus hijos reunidos en la celebración de tu Nombre, por Jesucristo, Nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos, Señor, el sacrificio de la reconciliación de los hombres, y te pedimos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de la paz. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno:
Porque has ungido con el óleo de la alegría a tu Hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo. Él, víctima inmaculada y pacífica, se ofreció en el altar de la cruz, realizando el misterio de la redención humana. Así sometió a su poder la creación entera, para entregarte, Padre santo, el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles, y con todos los coros celestiales, proclamamos el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo …
Antífona de comunión Sal 28, 10. 11
El Señor reinará eternamente, él bendecirá a su pueblo con la paz.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Padre, que quienes nos alegramos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el Reino de los cielos. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Pastoral Litúrgica