2 de noviembre
Todos los fieles difuntos (Conmemoración)
Morado
Sugerencias para la celebración
La Iglesia no solo se esmera por el cuidado de los miembros de la comunidad mientras están vivos, sino que su atención y cariño se prolonga también después de la muerte. Pues cuando ya no es posible cuidar física o emocionalmente a nuestros hermanos, nos disponemos a rezar por ellos para que en ellos la muerte sea el paso hacia la salvación eterna.
La misa de sufragio por el alma de nuestros fieles difuntos puede hacer, con el concurso de la oración de la Iglesia, de la muerte a secas, una pascua, que es participación en la única Pascua de Cristo.
Celebrar la muerte parece un contrasentido. Desde el punto de vista antropológico la muerte siempre será un mal, y no conviene disimularlo. Pero ese mal se convierte en un bien si aceptamos la fe de la Iglesia, fundamentada en Jesucristo, que ha vencido la muerte con su propia muerte y resurrección. Vale la pena recordar la enseñanza del último concilio, en la constitución sobre la Iglesia y el mundo de hoy:
La fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el pecado. Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a El con la total plenitud de su ser en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina. Ha sido Cristo resucitado el que ha ganado esta victoria para el hombre, liberándolo de la muerte con su propia muerte. Para todo hombre que reflexione, la fe, apoyada en sólidos argumentos, responde satisfactoriamente al interrogante angustioso sobre el destino futuro del hombre y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de una comunión con nuestros mismos queridos hermanos arrebatados por la muerte, dándonos la esperanza de que poseen ya en Dios la vida verdadera (GS 18).
La celebración de este domingo nos ofrece la oportunidad para mirar la muerte equilibradamente: tanto como el mayor drama del ser humano, cuanto la posibilidad real de ser redimida. Vivimos una sociedad que invisibiliza la muerte; con lo cual convierte en superfluo cualquier anuncio sobre la victoria sobre ella. Si banalizamos la muerte, no podremos darle a la resurrección de Cristo el valor enorme que tiene.
Para darle a esta celebración una identidad propia, podríamos poner el cirio pascual en medio de la nave. Ese cirio acompaña los funerales de nuestros fieles durante el año y es signo de resurrección. Ponerlo en el centro de la nave puede resultar significativo. En algunos lugares lo mantienen encendido durante todo el día. A los pies del Cirio Pascual se pueden colocar los nombres de nuestros fieles difuntos.
Las vestiduras litúrgicas de este día son de color morado; o negro, donde sea la costumbre. ¡También con esos colores se celebra la resurrección!
Un canto de inicio que exprese el valor de la resurrección de Cristo es especialmente apropiado.
Después del saludo, en el cual el sacerdote puede referirse a la presencia de Cristo resucitado, el guía – si no lo hace el sacerdote o el diácono- puede hacer una breve monición sobre el sentido de esta fiesta. Sí, después del saludo, ¡no antes!
Podemos sugerir para hoy también, un uso más manifiesto del silencio. Sabemos de la dificultad que tienen algunos fieles – o ministros- por tolerar momentos de silencio. Pero debemos aprender a usarlos bien, sin miedo. Para el acto penitencial, por ejemplo; o tras la invitación a orar en la oración colecta, después de cada lectura. Hoy puede ser muy significativo un silencio en el recuerdo por nuestros difuntos en la oración universal. ¡Los fieles lo agradecen!
Para la homilía: ¿Es oportuno iluminar sobre lo que significa la inhumación en comparación con la costumbre de la incineración? Jesús fue puesto en un sepulcro. Él es nuestro modelo. ¿O iluminar sobre el cuidado que los cristianos le damos a los restos mortales de nuestros seres queridos? La Iglesia tiene recomendaciones enfáticas al respecto que quizá con tino habría que recordar.
Para acompañar la procesión de la comunión, para la cual en lo posible hay que escoger un canto eucarístico, podemos elegir alguno que exprese la idea de la Eucaristía como pan de vida eterna, como anticipo de la gloria, como los inspirados en Juan 6, o en Juan 11, 25 – 26.
Finalmente, una palabra inspiradora de nuestro Misal:
«La Iglesia ofrece por los difuntos el Sacrificio Eucarístico de la Pascua de Cristo para que, por la comunicación entre todos los miembros de Cristo, lo que a unos obtiene ayuda espiritual, a otros les lleve el consuelo de la esperanza» (IGMR, 379).
¡Que esta celebración nos llene a todos de esperanza!
Del Martirologio
Conmemoración de todos los fieles difuntos. La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.
Antífona de entrada Cf. 1Tes 4, 14; 1Cor 15, 22
Así como Jesús murió y resucitó, de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Y así como todos mueren en Adán, todos revivirán en Cristo.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, escucha con bondad nuestros ruegos, para que, al crecer nuestra fe en tu Hijo resucitado de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de tus hijos difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Opción 1
Conmemoración de todos los difuntos
Te compadeces de todos, porque amas todo lo que existe.
Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22---12, 2
Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan.
Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque sí hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si Tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado?
Pero Tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas.
Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 144, 1-2. 8-11. 13c-14
R/. Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar
Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R/.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R/.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R/.
El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados.R/.
SEGUNDA LECTURA
El Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en Él.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 11-2, 2
Hermanos:
Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en Él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
Palabra de Dios
EVANGELIO
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 3, 16
Aleluya. Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en Él tiene Vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO
El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 1-10
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más”.
Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Palabra del Señor
Opción 2
Conmemoración de todos los difuntos
La muerte ha sido vencida
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 51-57
Hermanos:
Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final –porque esto sucederá- los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Lo que es corruptible debe revertirse de la incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad.
Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: “La muerte ha sido vencida.
¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la Ley.
¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 129, 1-8
R/.. ¡Desde lo más profundo te invoco, Señor!
Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria.R/.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿Quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido.R/.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R/.
Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos sus pecados. R/.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 11, 25a. 26
Aleluya. “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí no morirá jamás”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Yo soy la resurrección y la vida.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 11, 17-27
Al llegar a Betania, Jesús se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Se que resucitará en la resurrección del último día”.
Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” Ella le respondió: “Si, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.
Palabra del Señor
CREDO
ORACIÓN UNIVERSAL
Oremos al Señor, que como Padre bueno, siempre escucha a sus hijos.
Escucha, Señor, nuestras súplicas, tú que permitiste que tu Hijo pasara por las tinieblas de la muerte para procurar para nosotros nuestra redención. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta con bondad estos dones, Señor, para que tus hijos difuntos sean recibidos en la gloria con tu Hijo, a quien nos unimos por este sacramento de su amor. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
Prefacio de difuntos
Antífona de comunión Cf. Jn 11, 25-26
Dice el Señor: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Padre, que recibas en la morada de la luz y de la paz a tus hijos difuntos, por quienes hemos celebrado el misterio pascual. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pastoral Litúrgica