La Santísima Trinidad
Blanco
Sugerencias para la celebración
Después de la celebración de Pentecostés, la Iglesia nos propone celebrar el misterio insondable de un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Como sabemos, la expresión «Trinidad» no aparece en la Sagrada Escritura, pero sí encontramos la alusión al Padre eterno, que nos ha regalado a su único Hijo; nos encontramos también con la mención del Hijo, que ha entregado su vida por nosotros; y finalmente aparece la intervención del Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo y es Señor y dador de vida. Los tres se aman y nos aman.
Hoy – mediante esta celebración- ellos nos quieren volver a invitar a formar parte de ese amor y hacernos capaces de amar a todos. Porque la Eucaristía es luz para descubrir la verdadera imagen de Dios y entregarnos a Él. En ella se cumple el axioma patrístico según el cual: «Todo don salvífico viene del Padre, por mediación del Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo; y en el Espíritu Santo por medio del Hijo, vuelve de nuevo al Padre».
Por lo anterior, la celebración de hoy no es una fiesta de las ideas teológicas que vislumbramos en este Misterio, sino la contemplación y vivencia de ese misterio que en sus tres personas ha actuado y actúa en la historia humana y en la vida de cada uno. Participar en la vida divina configura nuestra propia vida cristiana de tal modo que al contemplar a cada una de las personas divinas que se donan y al mismo tiempo reciben de las otras, nos permite darnos cuenta de que, al haber sido creados a su imagen y semejanza, la única forma de realizarnos supone un abrirnos a los demás para, donándonos, recibir misteriosamente de los otros.
Después de la cincuentena pascual, con su natural esplendor celebrativo, esta fiesta puede darnos un descanso, y volver a una celebración serena y contemplativa.
Así, tras el tiempo pascual, en el que hemos preferido asperjar con agua bendita o emplear la tercera fórmula del acto penitencial, puede ser oportuno volver a emplear la primera fórmula, que se recita ante Dios todopoderoso, con lo que se hace referencia al Padre eterno.
Habrá que advertir al lector de la primera lectura, de que se trata de un texto poético, que suscita en los oyentes una honda admiración. Es en realidad un elogio, lo cual debe expresarse en el tono y en el ritmo de la lectura. La interpretación litúrgica del texto, fundamentado en los padres de la Iglesia reconocen en la sabiduría al Verbo preexistente.
El salmo es pura alabanza, y sería de desear escoger una melodía adecuada para que la asamblea se una a ella.
Una feliz coincidencia nos trae la celebración en Chile del día del Padre, lo cual puede ser ocasión para meditar en la fisonomía del Padre, de donde nace toda paternidad humana.
Las oraciones presidenciales son bellas y hay que pronunciarlas con calma. La traducción de la oración postcomunión de nuestro misal, sin embargo, no satisface del todo. Quizá pueda decirse en su lugar esta traducción: «Al confesar nuestra fe en la Trinidad santa y eterna y en su Unidad indivisible, concédenos, Señor y Dios nuestro, encontrar la salud del alma y del cuerpo en el sacramento que hemos recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor».
Antífona de entrada
Bendita sea la Santísima Trinidad: Dios Padre, el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros.
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios Padre, que revelaste a los hombres tu misterio admirable al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador; te pedimos que, en la profesión de la fe verdadera, podamos conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar al único Dios todopoderoso. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Antes de los orígenes de la tierra, la Sabiduría ya había nacido.
Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31
Dice la Sabiduría de Dios: El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas caudalosas.
Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo nací, cuando Él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros elementos del mundo.
Cuando Él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano, cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del océano, cuando fijaba su límite al mar para que sus aguas no desbordaran, cuando afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día, recreándome delante de Él en todo tiempo, recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 8, 4-9
R/. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? R/.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies. R/.
Todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas. R/.
SEGUNDA LECTURA
Con Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado por el Espíritu.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 5, 1-5
Hermanos: Justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por Él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.
Palabra de Dios
ACLAMACIÓN AL Evangelio Cf. Apoc 1, 8
Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluya.
Evangelio
Todo lo que es del Padre es mío. El Espíritu recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 16, 12-15
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Palabra del Señor
CREDO
ORACIÓN UNIVERSAL
S. Oremos a Dios, nuestro Padre, que ha amado al mundo entregando al mundo a su Hijo y al Espíritu Santo
- Por la Iglesia, para que se mantenga siempre unida en la fe y en la caridad, y pueda ser así un signo sacramental del amor de Dios, roguemos al Señor.
- Por los gobernantes de las naciones, de nuestro país, de sus regiones y comunas, para que sus esfuerzos caminen en sintonía con el plan de Dios, roguemos al Señor.
- Por los que no conocen al Señor, los que viven en la soledad; por los pobres o los que son víctimas de la indiferencia, para que encuentren signos del amor de Dios en sus hermanos, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que nunca dejemos de admirarnos por la belleza del misterio de Dios, que se ha mostrado al mundo y que hemos conocido, roguemos al Señor.
S. Mira Señor con bondad las necesidades de tu pueblo, escucha nuestra oración, y danos la gracia de ver fortalecida nuestra fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, por la invocación de tu Nombre santifica los dones que te presentamos y por ellos conviértenos también a nosotros en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno: Que con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no una sola Persona, sino tres Personas distintas de una misma naturaleza.
Cuanto creemos de tu gloria, Padre, porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia alguna.
Por eso, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna Divinidad, adoramos a tres personas distintas, de única naturaleza e iguales en dignidad. A ti los ángeles y arcángeles, con todos los coros celestiales no cesan de aclamarte, diciendo a una sola voz:
Santo, Santo, Santo …
Antífona de comunión Cf. Gal 4, 6
Porque ustedes son hijos, Dios infundió en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro, te pedimos que el sacramento recibido y la profesión de nuestra fe en ti, único Dios en tres personas, sirvan para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.