Natividad del Señor
Solemnidad
Color: blanco
Misa vespertina de la Vigilia
Antífona de entrada Cf. Ex 16, 6-7
Hoy sabrán que el Señor viene a salvamos, y mañana verán aparecer su gloria.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que cada año nos alegras con la esperanza de la salvación, concédenos que, recibiendo con gozo a tu Hijo unigénito como Redentor, podamos contemplarlo confiadamente cuando venga como juez. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Misa de la Noche
Antífona de entrada Sal 2, 7
El Señor me ha dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has iluminado esta santísima noche con la claridad de Cristo, luz verdadera, concédenos que, después de haber conocido en la tierra los misterios de esa luz, podamos también gozar de ella en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Misa del Día
Antífona de entrada Cf. Is 9, 1. 5
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía reposa sobre sus hombros, y su nombre será Consejero admirable.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que admirablemente creaste la naturaleza humana y, de modo aún más admirable, la restauraste; concédenos participar de la vida divina de tu Hijo, como él compartió nuestra condición humana. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Misa vespertina de la Vigilia
PRIMERA LECTURA
El Señor pone en ti su deleite.
Lectura del libro de Isaías 62, 1-5
Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida. Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y túserás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor.
Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios.
No te dirán más “¡Abandonada!”, ni dirán más a tu tierra “¡Devastada!”, sino que te llamarán “Mi deleite”, y a tu tierra “Desposada”.
Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.
Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.
SALMO RESPONSORIAL 88, 4-5. 16-17. 27. 29
R/. Cantaré eternamente la misericordia del Señor.
Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”.
¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte! Ellos caminarán a la luz de tu rostro; se alegrarán sin cesar en tu Nombre, serán exaltados a causa de tu justicia.
Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él.
SEGUNDA LECTURA
Testimonio de Pablo sobre Cristo, Hijo de David.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13, 16-17. 22-25
Al llegar a Antioquía de Pisidia, Pablo se levantó en la sinagoga y, pidiendo silencio con un gesto, dijo:
“Escúchenme, israelitas y todos los que temen a Dios. El Dios de este Pueblo, el Dios de Israel, eligió a nuestros padres y los convirtió en un gran Pueblo, cuando todavía vivían como extranjeros en Egipto. Luego, con el poder de su brazo, los hizo salir de allí.
Y cuando Dios desechó a Saúl, les suscitó como rey a David, de quien dio este testimonio: “He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón que cumplirá siempre mi voluntad”. De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús.
Como preparación a su venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel. Y al final de su carrera, Juan Bautista decía: “Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene Aquel a quien yo no soy digno de desatar las sandalias””.
Misa de la Noche
PRIMERA LECTURA
Un hijo nos ha sido dado.
Lectura del libro de Isaías 9, 1-6
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”. Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre.
El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
SALMO RESPONSORIAL 95, 1-3. 11-13
R/. Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre.
Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.
Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor, porque Él viene a gobernar la tierra: Él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad.
SEGUNDA LECTURA
La gracia de Dios se ha manifestado para todos los hombres.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Misa del Día
PRIMERA LECTURA
Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.
Lectura del libro de Isaías 52, 7-10
¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación y dice a Sión: “¡Tu Dios reina!”
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión. ¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, Él redime a Jerusalén!
El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.
SALMO RESPONSORIAL 97, 1-6
R/. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.
Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey.
SEGUNDA LECTURA
Dios nos habló por medio de su Hijo.
Lectura de la carta a los Hebreos 1, 1-6
Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.
Él es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser.
Él sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo.
Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”? ¿Y de qué ángel dijo: “Yo seré un padre para él y él será para mí un hijo”?
Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: “Que todos los ángeles de Dios lo adoren”.
Misa vespertina de la Vigilia
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO
Aleluya.
Mañana quedará borrada la iniquidad de la tierra, y reinará sobre nosotros el Salvador del mundo. Aleluya.
EVANGELIO
Genealogía de Jesucristo, hijo de David.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 1, 1-25
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de éstos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de éste fue Rut.
Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David.
David fue padre de Salomón, y la madre de éste fue la que había sido mujer de Unas.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Éste fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros”.
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
Credo
Oración de los fieles
Exultantes en la fe unámonos, hermanos, a los cristianos de todo el mundo y oremos para que la salvación inaugurada con el nacimiento de Cristo llegue a los confines de la tierra:
Para que los hijos de la Iglesia, que celebran hoy con alegría el misterio de la Navidad, renazcan a una nueva vida de justicia, de amor y de paz, roguemos al Señor.
Para que todos los hombres lleguen a conocer a Cristo, el Señor, y se reúnan alrededor del que ha venido a buscar y a salvar a los que estaban perdidos, roguemos al Señor.
Para que el Hijo de Dios, que ha querido compartir nuestra naturaleza humana, dé alegría a los que lloran, salud a los enfermos, ayuda a los moribundos y consuelo divino a los que en estas fiestas se sienten solos y tristes, roguemos al Señor.
Para que crezca en nuestras familias, reunidas en estas fiestas, la fe en Jesús, Hijo de Dios y Salvador nuestro, roguemos al Señor.
Señor Jesucristo, que por el misterio de la Navidad has querido compartir las fatigas y limitaciones de la familia humana, escucha las oraciones de tu Iglesia y haz que arraigue en nosotros la certeza de que la vida eterna consiste en conocer al Padre y a ti, su enviado, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Misa de la Noche
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 2, 10-11
Aleluya.
Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Hoy les ha nacido un Salvador.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 1-14
Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por Él!”
Credo
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, al Señor que, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecemos con su pobreza:
Por la santa Iglesia, para que todos sus fieles vivan con alegría y anuncien con valentía el misterio del Hijo de Dios, único Señor y Salvador de todos los hombres, roguemos al Señor.
Para que los que buscan la verdad descubran el Evangelio y acojan con alegría la buena nueva del nacimiento del Salvador, roguemos al Señor.
Por los que en estos días de Navidad lloran la ausencia de los seres queridos, para que no pierdan la esperanza de reencontrarlos en el reino de Dios, roguemos al Señor.
Por los que en otros años celebraban con nosotros las fiestas de Navidad (esta noche santa) y han dejado ya este mundo, para que contemplen en el reino eterno la faz gloriosa de Cristo, el Señor, roguemos al Señor.
Muestra, Señor, tu bondad al pueblo que te implora, y haz que los que celebramos con gozo el nacimiento de tu Hijo consigamos los bienes que te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Misa del Día
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO
Aleluya.
Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra. Aleluya.
EVANGELIO
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: “Este es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.
Credo
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, al Señor que, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecemos con su pobreza:
Por la santa Iglesia, para que todos sus fieles vivan con alegría y anuncien con valentía el misterio del Hijo de Dios, único Señor y Salvador de todos los hombres, roguemos al Señor.
Para que los que buscan la verdad descubran el Evangelio y acojan con alegría la buena nueva del nacimiento del Salvador, roguemos al Señor.
Por los que en estos días de Navidad lloran la ausencia de los seres queridos, para que no pierdan la esperanza de reencontrarlos en el reino de Dios, roguemos al Señor.
Por los que en otros años celebraban con nosotros las fiestas de Navidad (esta noche santa) y han dejado ya este mundo, para que contemplen en el reino eterno la faz gloriosa de Cristo, el Señor, roguemos al Señor.
Muestra, Señor, tu bondad al pueblo que te implora, y haz que los que celebramos con gozo el nacimiento de tu Hijo consigamos los bienes que te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Misa vespertina de la Vigilia
Concédenos, Señor Dios nuestro, anticipar con un culto fervoroso esta solemnidad, ya que en ella manifiestas el comienzo de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Is 40, 5
Se manifestará la gloria del Señor, y todos verán la salvación de nuestro Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, fortalécenos con la celebración anticipada del nacimiento de tu Hijo único, que se ha hecho comida y bebida en este sacramento de salvación. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Misa de la Noche
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Padre, recibe nuestra ofrenda en esta fiesta, para que, por este sagrado intercambio, lleguemos a ser semejantes a aquél que unió a ti nuestra humanidad, Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:
Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, lleguemos al amor de lo invisible.
Por eso con los ángeles y los arcángeles, y con todos los coros celestiales, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo …
Antífona de comunión Cf. Jn 1, 14
La Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro, llenos de alegría hemos celebrado el nacimiento de nuestro Redentor; concédenos la gracia de una vida santa y llegar así a la perfecta comunión con él. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Misa del Día
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
En este día de fiesta acepta, Señor, este sacrificio que nos reconcilia plenamente contigo y contiene toda la alabanza que el hombre puede ofrecerte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 97, 3
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios misericordioso, hoy nos ha nacido el Salvador del mundo; te pedimos que así como nos ha hecho hijos tuyos, también nos haga partícipes de su inmortalidad. Él que vive y reina por los siglos de los siglos