Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Sábado 20 de Abril de 2024
- A
+ A

Sábado de la tercera semana de Pascua

Feria

Color: blanco

Antífona de entrada             Col 2, 12 

Con Cristo fueron sepultados en el bautismo, y con él resucitaron, por la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos. Aleluya. 

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en la fuente bautismal renovaste a los que creen en ti; protege a los renacidos en Cristo para que, liberados del error, conserven fielmente la gracia de tu bendición. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


PRIMERA LECTURA

La Iglesia crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles   9, 31-42

La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Pedro, en una gira por todas las ciudades, visitó también a los santos que vivían en Lida. Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que estaba postrado en cama desde hacía ocho años.

Pedro le dijo: “Eneas, Jesucristo te devuelve la salud: levántate, y arregla tú mismo la cama”. Él se levantó enseguida, y al verlo, todos los habitantes de Lida y de la llanura de Sarón se convirtieron al Señor.

Entre los discípulos de Jope había una mujer llamada Tabitá, que quiere decir “gacela”. Pasaba su vida haciendo el bien y repartía abundantes limosnas. Pero en esos días se enfermó y murió.  Después de haberla lavado, la colocaron en la habitación de arriba.

Como Lida está cerca de Jope, los discípulos, enterados de que Pedro estaba allí, enviaron a dos hombres para pedirle: “No tardes en venir a nosotros”. Pedro salió enseguida con ellos. Apenas llegó, lo llevaron a la habitación de arriba. Todas las viudas lo rodearon y, llorando, le mostraban las túnicas y los abrigos que les había hecho Tabitá cuando vivía con ellas.

Pedro hizo salir a todos afuera, se puso de rodillas y comenzó a orar. Volviéndose luego hacia el cadáver, dijo: “Tabitá, levántate”. Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él la tomó de la mano y la hizo levantar. Llamó entonces a los hermanos y a las viudas, y se la devolvió con vida.

La noticia se extendió por toda la ciudad de Jope, y muchos creyeron en el Señor.

SALMO RESPONSORIAL    115, 12-17

R/. ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el Nombre del Señor. 

Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! 

Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el Nombre del Señor.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO    Cf. Jn 6, 63c. 68c

Aleluya.

Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida: Tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO

¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    6, 60-69

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?

El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”.

En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.

Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo.

Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”

Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Señor Dios, recibe con misericordia la ofrenda de tu familia, para que bajo tu protección, no pierda los dones recibidos y alcance los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Antífona de comunión         Jn 17, 20-21 

Dice el Señor: Padre, ruego por ellos, para que sean uno; para que el mundo crea que tú me enviaste. Aleluya. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Señor, protege siempre con amor de Padre al pueblo que has salvado por la pasión de tu Hijo, y se alegra con su resurrección. Que vive y reina por los siglos de los siglos. 


  • Catedral 1063, local 503, Santiago

    Teléfonos: +56 2 3278 0733 - +56 2 3278 0734

    Desarrollado por Iglesia.cl