Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Lectio Divina - Preparando la Eucaristía Dominical
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I. PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR:

Oración Inicial:

Iniciemos esta lectura orante con el Señor, rezando el Salmo 118, 105-112.

Antífona

R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya

Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa.

Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos.

Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclina mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente.

Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde

el cielo.

Padre amoroso del pobre;

don, en tus dones espléndido; luz que

penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso

de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego, gozo que

enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina

luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si Tú le

faltas por dentro;

mira el poder del pecado cuando no

envías tu aliento.

Amén.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS:

LECTURA (Lectio): ¿Qué dice la Palabra? Marcos nos relata la celebración de la Pascua de Jesús con sus discípulos, pero ahora Él es el Cordero que se entrega para darnos vida; Jesús nos da su Cuerpo y su Sangre para sellar la Alianza definitiva

Texto bíblico: Mc 14,12-16. 22-25

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice la Palabra? ¿Qué elementos de la Eucaristía nos ayudan en nuestra vida de cristianos? ¿Es la Eucaristía la culminación de nuestra vida litúrgica? ¿Cómo la Eucaristía me conduce al servicio de mis hermanos?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Ofrezcamos al Señor lo leído y meditado, como oración, pidiéndole que lo hagamos práctica en nuestra vida diaria.  En silencio, dejemos que el Espíritu de Jesús nos guíe en lo que brota de lo profundo de nuestro interior.  

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón. Visualizando a Jesucristo entregándonos su Cuerpo y su Sangre, dejemos que Dios realice su obra en cada uno de nosotros. 

III. PROFUNDICEMOS CON LOS PADRES DE LA IGLESIA

Comienza la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Romanos.

NO QUIERO AGRADAR A LOS HOMBRES, SINO A DIOS.

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia que ha alcanzado misericordia por la majestad del Padre altísimo y de Jesucristo, su Hijo único; a la Iglesia amada e iluminada por la voluntad de aquel que ha querido todo lo que existe, según la caridad de Jesucristo, nuestro Dios; Iglesia, además, que preside en el territorio de los romanos, digna de Dios, digna de honor, digna de ser llamada dichosa, digna de alabanza, digna de alcanzar sus deseos, de una loable integridad, y que preside a todos los congregados en la caridad, que guarda la ley de Cristo, que está adornada con el nombre del Padre: para ella mi saludo en el nombre de Jesucristo, Hijo del Padre. Y a los que están adheridos en cuerpo y alma a todos sus preceptos, constantemente llenos de la gracia de Dios y exentos de cualquier tinte extraño, les deseo una grande y completa felicidad en Jesucristo, nuestro Dios.

Por fin, después de tanto pedirlo al Señor, insistiendo una y otra vez, he alcanzado la gracia de ir a contemplar vuestro rostro, digno de Dios; ahora, en efecto, encadenado por Cristo Jesús, espero poder saludaros, si es que Dios me concede la gracia de llegar hasta el fin. Los comienzos por ahora son buenos; sólo falta que no halle obstáculos en llegar a la gracia final de la herencia que me está reservada. Porque temo que vuestro amor me perjudique. Pues a vosotros os es fácil obtener lo que queráis, pero a mí me sería difícil alcanzar a Dios, si vosotros no me tenéis consideración.

No quiero que agradéis a los hombres, sino a Dios, como ya lo hacéis. El hecho es que a mí no se me presentará ocasión mejor de llegar hasta Dios, ni vosotros, con sólo que calléis, podréis poner vuestra firma en obra más bella. En efecto, si no hacéis valer vuestra influencia, yo me convertiré en palabra de Dios; pero, si os dejáis llevar del amor a mi carne mortal, volveré a ser sólo un simple eco. El mejor favor que podéis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios, mientras el altar está aún preparado; así, unidos por la caridad en un solo coro, podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer venir al obispo de Siria desde el oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que el sol de mi vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios!

Padre nuestro

Oración

Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas.


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