La sabiduría del servicio a los más pobres.
El evangelio de este domingo nos presenta lo que podría ser una síntesis del mensaje de Jesús: “El que quiera ser el primero, que se haga el último y servidor de todos”. Esto resume lo que sucederá con él mismo, por eso vuelve a anunciar su muerte y resurrección. También es lo que los discípulos no logran comprender. Ellos siguen discutiendo sobre quiénes ocuparán los primeros lugares.
La propuesta de Cristo no es por obtener el éxito según el criterio del mundo, sobresalir, sino por obtener el éxito que verdaderamente importa: hacerse el último para servir. Vivimos en una sociedad competitiva donde el profesor se complace en el alumno más aventajado, el entrenador se enorgullece de su atleta más fuerte. Esa no es la imagen que presenta Jesús. Por el contrario, la propuesta de Jesús es la del servicio y atención al más débil. Es como la madre que sigue otros criterios, pues se guía por el amor y dedica sus premuras y cuidados al más débil de sus hijos.
Por eso el Señor introduce la imagen del niño para explicar el servicio. Niño es aquel que depende completamente de los demás, que no produce, solo consume; que necesita de todo; también puede crear problemas y no razona como un adulto. Ese que requiere atención y paciencia especial, es quien el Señor propone como el prójimo a quien debemos servir de forma especial. En el servicio a los más pobres, a los que no cuentan, a los marginados… en esto está la verdadera sabiduría del evangelio.