Para los cristianos el Adviento es el tiempo de la esperanza: la venida del Señor no es sólo algo que sucedió en la historia, sino algo que acontece constantemente en nuestro mundo y que nos asegura un futuro. La vida no se mueve solo en esta dimensión horizontal y humana, sino que está abierta a la verticalidad del misterio de Dios con nosotros, de la acción de Dios en nuestra vida y nuestra historia. Es la vida abierta a la trascendencia que no termina de conformarse con lo alcanzado, sino que siempre esta abierta al “más” que solo Dios nos puede dar.
Es un tiempo especial no solo para mirar nuestra realidad individual, sino para mirarnos como sociedad y descubrir la forma de vida que hemos establecido, las relaciones que tenemos entre nosotros, las cosas que están pendientes y que debemos cambiar. A veces pensamos que esta renovación y cambio no son posibles, que todo va a seguir igual. El Adviento nos abre a esa novedad que el mismo Dios introduce en nuestra historia: la salvación. El mundo de paz y armonía nos parece imposible, pero todos lo anhelamos en lo profundo del corazón. Por eso le decimos: Ven, Señor Jesús.