Eucaristía del Martes 15 de Noviembre de 2022
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Martes de la trigesimotercera semana del tiempo ordinario
San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia
Memoria libre 
Color: blanco

Alberto Magno (1206-1280), dominico de Baviera, nació en Launbinge. En 1223 ingreso a la Orden de Predicadores. Siendo profesor en París y Colonia, tuvo a Tomás de Aquino como alumno. Su episcopado en Ratisbona fue sólo un paréntesis en su vida de profesor y de investigador, preocupado por descubrir las leyes de las ciencias físicas y buscando en ellas la intervención del Creador. Murió en Colonia, el 15 de noviembre de 1280. El Papa Pío XI lo nombró “Doctor universal de la Iglesia”, en 1931, y Pío XII, “Patrono de los estudios de ciencias naturales”, en 1941.

Fue canonizado el 16 de diciembre en 1931.

Antífona de entrada             Cf. 1 Sam 2, 35 

Me suscitaré un sacerdote fiel, que obrará conforme a mi corazón, dice el Señor. 

ORACIÓN COLECTA 

Dios nuestro, que hiciste grande al obispo san Alberto por conciliar el saber humano con la fe divina; concédenos que, siguiendo sus enseñanzas, por el progreso de las ciencias lleguemos a conocerte y amarte más profundamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


PRIMERA LECTURA

Si alguien me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.

Lectura del libro del Apocalipsis   3, 1-6. 14-22

Yo, Juan, oí al Señor que me decía:

Escribe al Ángel de la Iglesia de Sardes: “El que posee los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas afirma: "Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios.

Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé.

Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido. El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Ángeles". El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

Escribe al Ángel de la Iglesia de Laodicea: “El que es el Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de Dios, afirma: "Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!  Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca.

Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirse y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista. Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!

Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.  Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como Yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono".

El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

SALMO RESPONSORIAL    14, 2-4b. 5

R/. Al vencedor, lo haré sentar conmigo en mi trono.

El que procede rectamente y practica la justicia, el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua. 

El que no hace mal a su prójimo ni agravia a su vecino, el que no estima a quien Dios reprueba y honra a los que temen al Señor. 

El que no se retracta de lo que juró, aunque salga perjudicado, el que no presta su dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.  El que procede así nunca vacilará. 

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   1Jn 4, 10b

Aleluya.

Dios nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Aleluya.

EVANGELIO

El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”.  Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Te pedimos, Señor, que recibas las ofrendas de tu pueblo en la fiesta de san Alberto, y que, por él, nos concedas la ayuda de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Antífona de comunión         Jn 10, 10

Dice el Señor: Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.  

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Saciados con el sagrado Cuerpo y la preciosa Sangre de tu Hijo, te suplicamos, Señor Dios nuestro, que al celebrar con fervor estos misterios se acreciente en nosotros tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. 


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