Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Lunes 18 de Septiembre de 2023
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Lunes de la vigesimocuarta semana del tiempo ordinario
Por la patria y la ciudad 
Propuesta celebrativa
Color: verde

Antífona de entrada             Cf. Sal 26, 1-2

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? Cuando avanzan contra mí los enemigos, son ellos los que tropiezan y caen. 

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que con admirable providencia gobiernas todas las cosas, recibe con bondad las oraciones que te dirigimos por nuestra patria (ciudad), para que, por la prudencia de los gobernantes y la honestidad de los ciudadanos, se afiancen la concordia y la justicia, y podamos gozar de prosperidad y de paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


PRIMERA LECTURA

Que se hagan oraciones por todos los hombres, porque Dios quiere que todos se salven.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo   2,1-8 

Querido hijo:

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre Él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Éste es el testimonio que Él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento.

Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.

SALMO RESPONSORIAL    27, 2. 7-9

R/. ¡Oye la voz de mi plegaria, Señor!

Oye la voz de mi plegaria, cuando clamo hacia ti, cuando elevo mis manos hacia tu Santuario. 

El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en Él. Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: por eso le daré gracias con mi canto.

El Señor es la fuerza de su pueblo, el baluarte de salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y sé su guía para siempre.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO    Jn 3, 16

Aleluya.

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en Él tiene Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO 

Ni siquiera en Israel encontré una fe semejante.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    7, 1-10

Jesús entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor.

Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”.

Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa, por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: "Ve", él va; y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "¡Tienes que hacer esto!", él lo hace”.

Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”.

Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Mira, Señor, con bondad nuestro servicio litúrgico para que nuestra ofrenda te sea agradable y nos haga crecer en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Antífona de comunión         Sal 17, 3 

Tú, Señor, eres mi roca, mi fortaleza, mi libertador; tú eres mi Dios. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Te pedimos, Padre, que la acción medicinal de este sacramento nos libre de nuestras maldades y nos guíe por el camino recto. Por Jesucristo, nuestro Señor. 


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