Domingo decimoquinto del tiempo ordinario
Salterio III
Color: verde
INTRODUCCIÓN
Ser discípulos y misioneros de Jesucristo significa partir, escuchar la palabra del Señor y salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los otros. El Señor envió a sus discípulos sin alforja y sin dinero, como signo de que en las cosas del Señor sólo Él basta.
Ser discípulos del Señor nos llena de alegría, pues sólo en Él encontramos respuesta a todas nuestras inquietudes; nuestros corazones en Él encuentran descanso cuando acogiendo la palabra acogemos su llamado y cumplimos su voluntad.
En este domingo en donde el Señor envía sus discípulos, pidámosle “que siempre nos dé el fuego de su santo espíritu, para que ilumine nuestras mentes y despierte en nosotros el deseo de contemplarlo, el amor a los hermanos, sobre todo a los más necesitados, que todos tengamos ardor por anunciarlo”.
Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro para que nuestros pueblos tengan en ti vida abundante, y con solidaridad construyamos la fraternidad y la paz. Señor Jesús, ¡ven y envíanos! María, madre de la Iglesia, ruega por nosotros. Amén.
Antífona de entrada Cf. Sal 16, 15
Por tu justicia, yo contemplaré tu rostro, y al despertar me saciaré de tu presencia.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que iluminas a los extraviados con la luz de tu verdad, para que puedan volver al buen camino; danos, a quienes hacemos profesión de cristianos, la gracia de rechazar todo lo que se opone a este nombre y comprometernos con todas sus exigencias. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Ve a profetizar a mi pueblo.
Lectura de la profecía de Amós 7, 12-15
Amasías, el sacerdote de Betel, dijo a Amós: “Vete de aquí, vidente, refúgiate en el país de Judá, gánate allí la vida y profetiza allí. Pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque éste es un santuario del rey, un templo del reino”.
Amós respondió a Amasías: “Yo no soy profeta, ni hijo de profetas, sino pastor y cultivador de sicómoros; pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: "Ve a profetizar a mi pueblo Israel"”.
SALMO RESPONSORIAL 84, 9ab. 10-14
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán, la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de Él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.
SEGUNDA LECTURA
Nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 1, 3-14
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En Él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento.
Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo una sola Cabeza, que es Cristo.
En Él, nosotros, los que hemos puesto nuestra esperanza en Él, hemos sido constituidos herederos y destinados de antemano, para ser alabanza de su gloria, según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad.
En Él, ustedes, los que escucharon la Palabra de la verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido.
Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Cf. Ef 1, 17-18
Aleluya.
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.
EVANGELIO
Los envió.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 7-13
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
CREDO
ORACIÓN DE LOS FIELES
Que nuestras oraciones lleguen, hermanos, a la presencia del Señor y que nuestros ruegos sean escuchados por aquél que escruta el corazón de todos:
Pidamos la sabiduría del Hijo de Dios para los que proclaman con fidelidad la palabra divina y para todos los ministros que sirven a la Iglesia.
Por los cristianos separados de la Iglesia católica y apostólica, por Israel, el pueblo de la antigua alianza, y por los que no conocen al Dios verdadero, invoquemos al Señor, dueño de toda verdad.
Por los que viven lejos de su casa, por los encarcelados, por los débiles y oprimidos, y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús, el Salvador.
Invoquemos con fe y devoción al Señor de la gloria por la paz y felicidad de los que ahora estamos aquí, huéspedes en la casa del Señor.
Escucha, Padre todopoderoso, nuestras oraciones y concédenos considerar por encima de todo la grandeza de los favores que nos has otorgado con tu Hijo amado, para que, llenos del Espíritu Santo, anunciemos al mundo, de palabra y con las obras, el plan que has proyectado realizar en nuestros tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, mira con bondad los dones de tu Iglesia en oración y concede que, al recibirlos, se acreciente la santidad de los creyentes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones: junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Padre, que por la celebración frecuente de este misterio crezca en nosotros el fruto de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.